23/11/09

El abuelo Juan

En realidad, Juan, no es mi abuelo. Físicamente no nos parecemos en nada y tampoco compartimos apellido. Biológicamente, es el abuelo paterno de tu padre, con quién sí comparte apellido aunque no demasiados rasgos físicos. Pero dejando a un lado la biología y entrando en los diferentes grados de afecto, cariño y amor que podemos sentir las personas, él para mí es el abuelo Juan.

Recuerdo perfectamente el día que lo conocí: decía tener cien años (y puede que incluso más, ya que no apostaba un real a que alguno no se le hubiera perdido a mitad de camino u olvidado durante algún despiste) y se negaba a darme un beso porque creía firmemente en la idea de que la gente mayor no debería llenar de babas a los jóvenes.

Me contó decenas de anécdotas de años pasados (algunas incluso más de una vez), me hizo reír un sinfín de veces y, cuando llegó la hora de despedirnos, ni siquiera refunfuñó una sola vez por tener que darme un nuevo par de besos. Salí de aquella pequeña y antigua casa con la convicción de haberle caído bien y me hice la fiel promesa de empezar a quererle cada día un poco más desde aquel instante.

Y así lo hice, sin ni siquiera poner empeño ni esforzarme en ello. Porque el abuelo Juan es una de esas personas que entran en tu vida como un elefante en una cacharrería, que te revolucionan las sonrisas y que hacen salir fuera al cariño.

No hace mucho que se enteró de que papá y yo estamos esperándote. Ni te imaginas lo muchísimo que se alegró. En realidad, creo que de todos los que cuentan los días hasta tu llegada es quién más celebró la noticia y se emocionó con ella…

Pero no lo digo porque olvide las cosas y tengamos que repetírselas, sino porque tengo una teoría: yo creo que, al enterarse, ya te imaginó corriendo sin parar y metiéndote en todos los charcos que encontraras a tu paso; llenándote de barro de pies a cabeza sin dejar de reírte a carcajadas y volviendo a casa de su mano para librarte de una buena reprimenda que tan sólo se llevaría él por haberte permitido hacerlo. Y esta teoría no es que me la haya inventado o la haya soñado esta noche, es mucho más… es lo que tu padre, cuando era pequeño, le hizo en más de una ocasión.

El abuelo Juan no es como los demás abuelos, no cumple todos los requisitos para serlo. Mientras tiene ese lado entrañable que te hace quererle, carece de esas manías y rarezas que con los años vamos adquiriendo las personas y nos convierten en… un tanto difíciles de tratar. Podría decirse que tiene todo lo bueno de los abuelos y punto (quizás sea esa parte mala la que se olvidó a mitad de camino).

Aunque… si tuviésemos que adjudicarle algún defecto, creo que todos nos pondríamos de acuerdo a la hora de decidirnos: su obsesión con que va a morir pronto.

Desde que lo conozco lleva diciéndole a tu padre que ya no va a verle más porque es muy mayor y ya se tiene que morir, que tiene más de cien años y que la gente como él ya solo hace que estorbar

Y hace exactamente dos días y dos horas que se salió con la suya.

El abuelo Juan quería dejar de estorbar y ha logrado dejar un hueco muy hondo en todos nosotros. Un hueco que se va haciendo un poco más grande a cada lágrima que vamos dejando salir…

Por un lado, está el consuelo que nos queda al pensar que es lo que él quería y llevaba pidiendo a gritos enmudecidos desde hace ya mucho tiempo, por el otro, también convive el egoísmo de la lástima que nos da que tu padre no pueda cumplir, tras tu llegada, su deseo de inmortalizar en una instantánea a las últimas cuatro últimas generaciones de su familia…

Yo, por mi parte, lloro a escondidas cuando tu padre no mira (por aquello de que, en mi estado, no se me permite el lujo de disgustarme y llorar más de lo mínimamente necesario), porque me queda la pena de saber que no podrás disfrutar del lujo de conocer a tu bisabuelo Juan (y yo, que sí pude hacerlo de la mía durante dieciocho años, sé muy bien lo que eso implica…)

6 comentarios:

Camaleona dijo...

Ay María, que me haces llorar niña... cuánto lo siento... yo no tuve la suerte de disfrutar de mis abuelos, sólo una abuela pero se fue siendo yo pequeña, vivió con nosotros pero ella estaba en otro mundo. Siempre que nace un niño con bisabuelos siento muchísima alegría por lo afortunados que van a ser... y justo el abuelo juan se fue sin conocer a vuestro bebé.
Esta noche mis pequeñitos y yo le enviaremos un abrazo super fuerte al abuelo juan...

Un beso María... cuídate niña.

Noelplebeyo dijo...

Se lo podrás contar, sin duda

Un beso

Dara dijo...

Oh :(
Pero el pequeñajo (o pequeñaja) sí que sabrá quien es porque le escribirás cosas como esta y será casi como si lo hubiera conocido.


miau
con
bigotes

Sara dijo...

No sabes cuánto lo siento, María... tu hija no le conocerá, físicamente hablando, pero estoy segura que sentirá que si lo ha hecho gracias a ti y a tus palabras.

Un abrazo muy fuerte y muchos ánimos.

Sara dijo...

¿quieres que te cuente un secreto?

Cuando mi abuelo se murió mi hermana estaba embarazada de Lucas y mi tia (su hija más pequeña) estaba embarazada de Mara aunque no nos lo quiso contar en ese momento

Lucas tiene las manos de mi abuelo y Mara tiene sus ojos, su frente, su barbilla...

seré muy tonta (o muy lista) pero pienso q por eso Lucas tiene esa salud de hierro y no para de crecer y de ponerse gordito y cada vez más guapo

Y también sé que por el mismo motivo el bulto de Mara del cuello no era nada congénito,que no era cáncer, que sólo era una infección y un buen susto.

yo sé que mi abuelo está cuidando de mis bebés igual (o más) que si no hubiera muerto y sé que el abuelo Juan cuidará del tuyo.

No sabes cuanto lo siento, un beso guapa

Edamal dijo...

María no sabes cuanto lo siento, me has hecho llorar y me has recordado a cuando mi bisabuela nos dejó el año pasado, pero... piensa que aunque el niño que esperas (no sé si es niño o niña, sácanos de la duda) no pueda conocer al abuelo Juan... lo conocerá cuando tú le cuentes cosas de él.

Besos wapa