4/4/09

Destiny & coffee

-Yo sólo quería un café ¿y ahora resulta que su destino está en mis manos? –dijo la joven con incredulidad-.

-Exacto –le respondió el hombre de la chaqueta de cuadros-. El destino de mi protagonista depende de ti pero, a cambio, al café te invito yo.

De lunes a viernes la vida de Maira era muy monótona. De casa al metro, del metro al trabajo, del trabajo al metro y del metro vuelta a casa. Los fines de semana por fin podía alejarse de ese trabajo que últimamente ya no le aportaba nada y que, poco a poco, estaba logrando que se sintiera más vacía (si eso era posible), pero aún así, rutina y monotonía la acompañaban mientras iba a hacer la compra; cuando leía un nuevo libro en el Parque de los Olmos; en la sesión matinal de teatro de los sábados; en la cafetería dónde desayunaba (siempre un zumo de naranja y una tostada con doble de mantequilla y muy poca mermelada de arándanos)… Incluso el dolor de ese corazón que, si bien ya estaba roto, se le rompió en mil trozos más el día en que su historia con Víctor llegó a su punto y final, también se había acomodado plácidamente a su día a día y ya no es que no pareciera que fuese a remitir, sino que a Maira se le antojaba que era algo que ya la acompañaría de por vida y de casa al metro, del metro al trabajo, del trabajo al metro y del metro vuelta a casa…

Estaba cansada de hacer siempre lo mismo pero, por el contrario, no parecía tener la mínima intención de hacer que eso cambiara. Sin embargo, una primaveral mañana de domingo Maira decidió que su vida iba a cambiar radicalmente aunque de manera progresiva. El primero de los cambios tendría lugar en ese mismo instante y consistiría en caminar doce pasos más.

Esos doce pasos hicieron que la joven no entrase en la cafetería de siempre a pedir su desayuno de costumbre, sino que lo hiciese en otra que estaba situada en la misma acera de la misma calle dónde estaban situados tan el piso de Maira como la que hasta el momento había sido su cafetería de siempre.

Entró decidida y pidió un café con leche al señor que se encontraba tras el mostrador. Acto seguido, se dispuso a sentarse en uno de los taburetes de la barra (cosa que antes no acostumbraba a hacer) y, sintiéndose observada, se giró hacia su derecha para saludar de manera cordial al hombre que no dejaba de mirarla.

Tras devolverle el saludo, el hombre continuaba mirándola aunque no de manera fija, sino que sus ojos (como si de un partido de tenis se tratase) iban de Maira a un puñado de papeles garabateados con la que presumiblemente era su letra y, de dichos papeles, a Maira de nuevo.

-Disculpe, señor… -le dijo Maira-, ¿nos conocemos?

-No, no… no nos conocemos. ¿Verdad que no nos conocemos?

-A mí su cara no me suena, pero… como veo que no deja de mirarme, he pensado que tal vez usted a mi sí o que nos conozcamos y yo no caiga en este momento en quién es usted

-No, joven. Yo estaría dispuesto a jurar que es la primera vez que la veo. Le pido mil disculpas por mi actitud y mis formas hacia usted, pero lo que me acaba de ocurrir es tan insólito para mí que no he sabido reaccionar de una forma correcta y normal… Si tuviese a bien aceptar mis disculpas y dejarme que me explique

Maira aceptó de buen grado las disculpas del hombre y, además, también accedió a conocer esa explicación que tanto parecía necesitar darle.

El hombre (que vestía un pantalón marrón de pana, camisa blanca y una chaqueta de cuadros, también de tonos marrones) le contó a Maira que era un escritor (y ella descubrió, tras que éste le dijese su pseudónimo, que había leído dos libros suyos. Dos libros que realmente le habían gustado). Le dijo que tenía por costumbre desayunar en esa cafetería porque el dueño era amigo suyo, así como fiel lector y crítico de sus obras, y que muchos fragmentos de sus libros los había escrito sobre esa barra y sentado en el mismo taburete que ahora ocupaba. Por último le contó que esa mañana, antes de que ella entrase en la cafetería, él había estado trabajando en el desarrollo del personaje que protagonizaría su próxima novela.

En los papales que el hombre tenía delante se narraban los rasgos físicos de una joven que era exactamente igual a Maira. Coincidían los rasgos faciales, el color de los ojos y de su tez, la forma de su corte de pelo, su estatura… hasta el mínimo detalle conducía a la mejor descripción que pudiera hacerse de la chica. Y, por si esto fuera poco, el asombro de Maira superó al que sintió el escritor cuando la vio aparecer en la cafetería, cuando esta continuó leyendo y supo de qué manera había descrito la personalidad de su protagonista…

No sólo coincidían los rasgos físicos de Maira con los del personaje del escritor, sino que su personalidad también aparecía minuciosamente detallada en aquellos papeles.

Maira y el escritor charlaron largo y tendido acerca de aquella casualidad, de ese personaje que él había creado y que ella, sin pretenderlo, interpretaba a la perfección. Y, al final de la conversación, él le dijo que aquello no podía quedarse así y que quería que ella decidiese acerca del destino de su protagonista, que ella tendría que decidir si del personaje que les había unido partiría una historia de amor, un drama o, tal vez, una aventura fantástica de ciencia-ficción…

La joven sólo tenía que elegir algo, una sola cosa, que quisiera que le ocurriese a la chica de la novela y, a partir de ahí, el escritor tejería el resto de la trama, escogería a los demás personajes y le daría forma a la historia, pero Maira sabía cómo se las gastaba ese hombre escribiendo y no quería escoger una tontería que pudiese fastidiar su novela.

Primero pensó que podría encontrarse un boleto de lotería premiado, algo que haría que su vida diese un giro de ciento ochenta grados y algo que a Maira le gustaría que le ocurriese a ella, pero descartó la idea. Después pensó que “la Maira de papel” podría que vivir un amor real, verdadero y eterno, uno de esos que sólo existen en las películas o en los propios libros, pero de verdad y sólo para ella, y también descartó la idea. Al final, puso los pies sobre el suelo de la cafetería (para levantarse y marcharse) y eso le hizo volver a la realidad y decirle al hombre que quería que contase en su libro cómo “su clon” se encontraba una mañana cualquiera con un escritor y la manera en la que ese encuentro había cambiado su vida…

Y una vez dicho eso, la joven le dio un beso en la mejilla al hombre y salió de la cafetería. De camino a casa, una sonrisa nada monótona la acompañaba y, al mismo tiempo, un pensamiento ocupaba su cabeza: ¿le cambiaría a ella la vida aquel encuentro con el escritor?

Lo que Maira no sabe (ni sabrá nunca) es que cinco minutos antes de que ella saliera de la cafetería, a un hombre se le cayó un boleto de lotería premiado justo delante de la puerta pero, por suerte para él, se dio cuenta y lo recogió. Tampoco sabe que un joven moreno, alto y guapo, estuvo a punto de entrar en la cafetería tres minutos antes de que ella saliera, pero no lo hizo porque, por suerte para él, un amigo lo llamó desde el otro lado de la acera y terminó cruzando la calle para reunirse con él. Y no tiene ni remota idea de lo que ese encuentro va a significar realmente en su vida, que ya no volverá a ser la misma…

16 comentarios:

Mirna dijo...

¡Ay! Qué bonita, jo, ¿Como puedes escribir cosas tan preciosas?
Me gusta muchísimo el final, las posibles continuaciones de la historia...

Me has dado una idea para escribir una historia yo, gracias...
También en una cafetería (espero que no te importe.)

Un beso :)

galmar dijo...

El destino lo vamos tejiendo nosotros mismos, pero a veces, el ser parte de un todo, hace que sea el conjunto, ese todo, el que parece confabularse para mostrarnos el hilo que debemos seguir... buenas noches :)

Noelplebeyo dijo...

Lo que nos depara el destino rara vez se encuentra escrito sino que hay un montón de borratajos...

Al dijo...

Me encantan estas historias tuyas de azares y destinos, son magia en estado puro ;)

pd. apuesto a que Maira también cambió la vida del escritor de la chaqueta de cuadros y que después de conocerla escribió una novela realmente cojonuda con ella como protagonista!!

Un besazo, señorita escribidora!! :P

Sara dijo...

Sabes que las historias sobre casualidades y destino son mi debilidad... ;)

Y las chicas que dan doce pasos para cambiar su vida, mis heroínas preferidas.

Muchos besos para ti!

Camaleona dijo...

La vida está llena de casualidades y decisiones que te van cambiando poco a poco. Y otros grandes acontecimientos que te cambian de golpe.

Jara dijo...

pues con las ganas me quedo yo de saber como será la vida de tu protagonista después de todo esto.

Demasiadas cuasalidades pero es cierto q la vida está llena de ellas.

1 besote

Brujita dijo...

oojala pudieramos ser dueños de nuestro destino... pero el borrador del mismo debio ir a parar a la papelera de la vida

besines embrujados

Agua dijo...

Me ha encantado María!!!!! una historia genial! ademas me identifico un monton con la Maira de la primera parte "De casa al metro, del metro al trabajo, del trabajo al metro y del metro vuelta a casa." jajajajajaj haber si algun dia yo tmb encuentro un escritor que me cambie la vida ;-)
El final...fantastico! Besos guapa!!

Anónimo dijo...

¡Plas, plas, plas...! (aplausos y consiguiente "sacamiento" de sombrero). Uséasé: Chapeau!

Muy bonita la historia nena! Me preguntaba si ese escritor (o el chico moreno, alto y guapo), no sería el de las dos iniciales que tú y yo conocemos, no? (yo un poquito más que tú, claro. jajaja).

Me ha gustado mucho, en serio. Como ha Sara, y much@s otr@s más, me gustan las casualidades/causalidades, que te hacen la vida más amena, soñadora y divertida. Sobre todo cuando las ves; porque ocurrirte... más bien ocurren pocas veces!

Siento no pasarme mucho por aquí, nena, pero mi vida está llena de esas casualidades que me atan por doquier.

Un fuerte beso, galega!!!

Pugliesino dijo...

De camino a su casa una sonrisa nada monótona le acompañaba.
Nos dejas con la intriga de esa pregunta final,pero también al mismo tiempo nos muestras que en ese simple gesto ya cambió su vida. Resquebrajó esa monotonía, ella con doce pasos, tú con una palabra.
Y alrededor de los protagonistas diversas historias tienen lugar, a las que aquellos doce pasos de Maira posiblemente cambien sus destinos.
Muy buena la idea María y mejor aun como la llevas a cabo en un gran relato!

Un besote!!

*Voy a adelantar el reloj doce minutos durante el viaje a ver que sucede ;)

Unknown dijo...

Me ha emocionado. Es lo más a lo que aspiro en la lectura. De hecho, es quizá lo más valioso que obtengo de ella.

Y se me ha erizado el cabello y la piel leyendolo. Ya ves.

Me ha encantado el giro autorreferente, y más aún la decisión de cerrarlo asi de Maira.

Un relato breve digno de ser un inicio de una gran novela que por si mismo, por toda la ausencia de esa historia, por el trampolín a la imaginación que genera en cada uno, la hace ser grande, aunque nunca llegue a existir.

Un saludo.

Malvi dijo...

Me ha recordado a mí... yo soy monóna en muchas partes de mi vida y siempre pienso, cuando me doy centa, que hay algo que puedo compabiar... de hecho algo cambio, ella empezó andando doce pasos más y viste... le cambió la vida. Yo cambo de vez en cuando mi flequillo de lado, no me cambia la vida, pero hay siempre algo que cambia

es muy buena la historia, me encanta.

Anónimo dijo...

a Mirna: no, gracias a ti... Que guste lo que escribo supongo que querrá decir que un poquito bien, al menos en algún sentido, logró transmitir lo que mi cabecita loca imagina... ;)

¿Importarme? Sinceramente creo que la magia de esto reside en cuando un post de alguien da pie a otro post de otro alguien...

a galicia maravillas: yo tiendo a pensar que el destino es algo ya escrito. Algo así como un "libro de normas" que aún desconociéndolas, habremos de seguir. Pero... a pesar de ello, me gusta pensar, imaginar y escribir situaciones que hacen que no sea así... ;)

a Noelplebeyo: tal vez sí o tal vez no...

a Al: pues a mi me gusta escribirlas. Son el mejor método que se me ocurre para romper con la monotonía... ;)

Yo también confío en que Maira cambió la vida del escritor.

a Sara: Lo sé, lo sé... y también sé que a tí se te da muchísimo mejor que a mi escribir esas historias y que la mejor de las heroínas del destino y la casualidad es creación tuya. Y eso no hay forma posible de que nadie puede rebatírmelo... ;)

a Camaleona: totalmente de acuerdo. La vida está llena de "A, B o C" y lo que venga después siempre va a depender de la elección que hayamos tomado antes...

a Jara: y son precisamente esas casualidades las que marcan el cambio. I think... :P

Anónimo dijo...

a Brujita: sí, pero hay valientes que se arriesgaron a nadar contra viento y marea para llegar hasta esa papelera. Ellos serán los que tengan que decir si encontraron el borrador o no... ;)

a Agua: me gusta realmente que alguien me diga que se siente identificada con lo que escribo. Tal vez porque haya una parte de mi que también se siente identificada o puede que simplemente encuentre comprensión y entendimiento a mis palabras. No lo sé... pero estoy segura de que toparás con ese alguien (ya sea escritor o no...) ;)

a M.Güell: sus aplausos, señor Güell, yo me los tomo como si de una ovación se tratara... Y con respecto a esa persona de las dos iniciales que usted conoce mejor que yo pero que yo podría conocer un poquito más si se hubiera producido esa "trucada" que aún sigo esperando, quizás esta historia habría sido muy distinta y los protagonistas irremediables hubiésemos sido usted, la doble inicial y yo. En el marco de un escenario astur, por supuesto...

Ainssss... es lo que tienen las casualidades, que unas veces son buenas y otras no tanto...

a Carlos: no-gracias, pero ya sabes que no me creo nada porque eres un pelotero y la opinión de los amigos siempre es un poco subjetiva ;)

Mientras me cuentes lo que sucedió... :P

a Raúl: a mí si que me han emocionado tus palabras, Raúl. Que alguien que "habla" por primera vez en mi blog diga algo así... me deja atónita (además de con una sonrisa de boba en la cara muy curiosa...) ;)

Mil gracias por tus palabras, aunque supongo que la historia te habrá pillado críticamente desprevenido o que la habrás leído con demasiados buenos ojos... :P

a Malvi: ¿eres monóna? :S Pues cuidado con eso, a ver si va a ser grave... xD

No sé, pero creo que yo pretendía ir más allá de lo que significa o implica el lado del flequillo, el color del bolso y ese tipo de cosas. Pero también es cierto que una cosa es lo que uno escribe y la intención que pretende darle y otra muy distinta la manera en la los demás lo reciben, interpretan y llevan a su terreno. Y eso creo que también es importante.

VaNe dijo...

Yo apuesto por que cambió la vida de los dos, la de Maira y la del escritor ;)

Me ha encantado, ¡qué novedad! jaja

Un besiño, apa!