7/1/09

Porqués y más porqués...

En esta vida todo, absolutamente todo, tiene su porqué, pero no siempre somos capaces de dar con él, no siempre nos damos cuenta de que ha estado ahí, delante de nuestras narices, y no lo hemos sabido ver…

Si bien es cierto que es bastante complicado dar con los nuestros, la cosa empeora cuando se refiere a los porqués de los demás, de las personas que nos rodean. Por otro lado, puede suceder (como me ha pasado a mí) que presenciemos el instante preciso en el que alguien da con uno de los suyos y (como si se tratase de esa sucesión de fichas de dominó que, estratégicamente colocadas, caen de una en una, por orden y siguiendo a la anterior) que, de pronto, hallemos respuesta a uno de los nuestros.

A mi padre siempre le han encantado los relojes de pulsera. Tiene un montón y sus ojos de casi cincuenta años brillan como los de un niño que todavía cree en la magia de los Reyes Magos cuando, tras deshacerse del envoltorio, descubre que su regalo es un nuevo reloj. Y a mí me ocurre exactamente lo mismo con los bolsos, me gustan creo que demasiado y ya he perdido la cuenta de los que tengo.

Ayer, durante la sobremesa de la comida de Reyes y mientras tomábamos café, la conversación fue variando y pasando de un tema a otro. Hubo un momento en el que se centró en el reloj nuevo de mi padre y en el hecho de que tenía demasiados. Creo que fue mi abuela la que le dijo que eran muchos relojes para tan sólo dos muñecas en las que poder ponérselos (creo que no cayó en la cuenta de que sólo se los pone en la izquierda…). Mi padre, después de quedarse pensativo durante unos segundos, le dijo que creía que su “obsesión” por los relojes venía de cuando era un niño, de cuando su abuelo lo llevó a una feria de muestras. Ese día le compró su primer reloj propio (el que había usado hasta ese momento había pertenecido a su abuelo y se lo había regalado hacía tiempo…) y, a partir de ahí, comenzó a interesarse por ellos y a que le gustase mirarlos en los escaparates, tener varios e ir cambiando de uno a otro dependiendo del momento, la situación, etc.

Yo (que hasta ese momento había permanecido en silencio y como mera espectadora de la conversación al tiempo que daba buena cuenta de un café sobre el que ponía todas mis esperanzas de que me hiciese dejar de bostezar a causa de lo poco que había dormido esa noche), tras escucharle, salté cual resorte y dije que, era posible que la mía (mi obsesión por los bolsos) viniese de la misma persona, del abuelo de mi padre. Nuestros ojos se cruzaron y, en ese momento, se produjo una de “nuestras conexiones”, una de esas que sólo tengo con él y porque somos muy parecidos y, al mismo tiempo, muy diferentes. Supe que él me entendía y que abalaba mi teoría.

He hablado varias veces de mi bisabuelo (tanto en este blog como en los dos anteriores) y siempre he dicho que es la persona que más huella me ha dejado en menos tiempo. Diré de nuevo que nos dejó cuando yo era muy pequeña pero que su recuerdo sigue intacto y es alimentado por las historias que los demás me cuentan sobre él.

Una de esas historias (que yo habré escuchado una decena de veces) hace referencia al hecho de que, durante sus últimos días de vida y cuando estaba ya muy enfermo, no dejaba de repetir que él sería quién me regalaría mi primer bolso de verdad, no uno de esos de juguete. Opina mi madre que eso lo decía como una especie de juramento a sí mismo, como algo que debería cumplir porque así lo había prometido y, de paso, como algo a lo que agarrarse logrando que su vida se alargase lo máximo posible.

¿Es tan descabellado pensar que, de manera inconsciente, me gusten tanto los bolsos porque siempre he sabido de la existencia de esa historia?, ¿qué es algo así como materializar uno de los recuerdos que tengo de él?, ¿será, en realidad, algo patológico que me lleva a tener más y más porque sé que siempre me faltara ese primero que él no pudo regalarme? Mi padre y yo tenemos nuestra propia teoría, el resto del mundo puede pensar lo que quiera…

P.D. Mientras escribía este post, me ha dado por pensar que me gusta tanto el azul celeste porque, cuando era pequeña, me encantaba dormir en casa de mis abuelos, en la habitación que había pertenecido a mi padre cuando era un niño y que era de ese color… o eso o que, a lo mejor (y lo más probable) ya se me está empezando a ir la pinza con este asunto…

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Un lugar común para padre e hija donde los demás no pueden entrar.

Camaleona dijo...

Como siempre tus experiencias las conviertes en color azul, en ternura y en belleza...

Unknown dijo...

María... yo sí que creo que casi todas las cosas tienen sus porqués, y me gusta mucho la historia que has compartido.

Lo malo... es que ahora me has hecho pensar, y estoy dándole vueltas a por qué a mí también me gustan tantísimo los relojes... (todavía no he dado con la explicación, pero seguro que la habrá).

Besos...

Óscar Sejas dijo...

Tienes todo el derecho del mundo a que te gusten los bolsos o el color azul y las razones son tuyas y sólo tuyas.

Yo creo que todos tenemos un gusto especial por algo, que casi nadie llega a entender, pero que a nosotros nos hace muy feliz.

Yo colecciono figuras de caballeros medievales. De los de lanza en astillero :-) , siempre montados a caballo. Algunos son de juguete (playmobil, lego, etc) y mucha gente me ha dicho ¿no eres demasiado mayor para tener esas cosas? Siempre que esto sucede sonrío y pienso en mis motivos, que nadie conoce.

Sin embargo yo soy feliz. Y eso es lo único que importa.

Un abrazo

R. dijo...

todo tiene muchísimo trasfondo,solo hay que pararse a pensar,todo lo qe somos ahora está condicionado por lo que fuimos :)


de abuelos va el asunto...

Anónimo dijo...

En verdad ak leerlo, pensé que tu padre contaría una historia en la que él llegó tarde a algún lugar por no llevar reloj y de ahí su obsesión. Mi tío cuando era pequeño mi abuela se olvidó las llaves dentro y tuvieron que llamar a los bomberos para sacarle. Lleva años coleccionando llaveros.

Hubo un tiempo en el que investigué sobre la psicología del coleccionista, por qué lo hacen y en realidad concluí que además del por qué, hay una parte metal similar entre coleccionistas.

selene dijo...

Hola me ha gustado mucho tu blog me gustaria poner tu favicon en mi blog http://diariodeunadesconocida-selene.blogspot.com/2009/01/favicones-romanticos.html

Anónimo dijo...

Blog hecho, ahora si no entras sólo son excusas ;)

Pugliesino dijo...

El momento de la sobremesa. Me queda aún en la memoria, tras haber leído tu narración, esa frase, ese momento qeu creo apenas escucho ya y que rescatas de lo desapercibido para darle su añejo sabor. Creas un momento entrañable, como también lo es cuando uno asiste al descubrimiento de un porqué, que sin duda existe pero el tiempo escondió tal vez para sentir la emoción de hallarlo.
Yo colecciono tierra de las playas que he visitado, mares y océanos. Buscaré ese porqué :)
Un a :p besiño!!

Edgar León dijo...

nunca el azul había sido tan bonito. no hay nada ocmo una relación entre un padre y un hijo

Pedro dijo...

Hay gente que marca, creo que más que las situaciones. Tengo la teoría de que suelen ser abuelos no porque les veamos con un especial cariño (que también) si no por la sabiduría que dan los años, que tambien da ese peso.

De todas meneras es una hitoria preciosa, conservala siempre :)

Un abrazo,

Pedro.

Anónimo dijo...

pues... la verdad que un pelín de razón llevas, pero no toda :P

Anónimo dijo...

Je,je. Yo también tengo una enorme colección de bolsos desde pequeña, que me regalan y me siguen regalando. Tengo una tía que hacía bolsos y siempre nos regalaba a mí y a mi hermana, así que imagínate como tengo el armario. Je,je. Aunque, si te digo la verdad raras veces los uso.Me gusta ir más bien suelta, sin nada que me estorbe, no cargada, a la que más le gustan es a mi sobrinita de 3 años que siempre que viene a mi casa dice: ¡Quiero bolsos! y siempre que viene se tira toda la tarde cogiendo y poniéndose bolsos, colgándolos y descolgándolos.

Besitos.

Anónimo dijo...

Hola, me encanta lo que escribes, todas tus hitorias por que nos haces soñar en todo momento . Soy nueva en eto del os blogs y a mi me apasiona escribir , me gustaría que te pasaras por mi blog y me dierás tu opinión aunque aun no ai demasiadas cosas debido a que hace muy poco que lo tengo .

Sigue a sí .

Un beso .

Juan dijo...

Hola

Pues a mí me falta mucho autoanálisis como este que has hecho... La verdad es que no sé por qué me gustan las cosas que me gustan... Quizá, la astronomía porque mi tío me regaló un libro de astronomía hace más de 20 años, que me gustó mucho. Pero lo demás...

¿Te acuerdas de mí? Fui un cuentacuentos mucho tiempo. Luego me fui, pero conseguí regresar, y llevo 3 de 4 en el último mes :-).

Un saludo.

Juan.

Lauriña dijo...

Ese bolso de Reyes (que aún no he visto) regalo tu amigüita invisible... ¿cuándo me lo prestas?
p.d. tengo que contarte una historia para que luego la escribas, recuérdamelo, oks? ;)

Un besazo bruji!

LUISA M. dijo...

Todas las cosas tienen su "porqué", aunque a veces éste no parezca muy lógico.
Me encantó tu historia, María, yo apoyo tu teoría sobre tu pasión por los bolsos.
¡Qué hermosos recuerdos de tu bisabuelo! y ¡Qué bonita esa conexión con tu padre!
Te deseo lo mejor para ti y tu familia en este año 2009.
Sigue escribiendo así de bien y haciéndonos pasar momentos gratos con tus historias.
Muchos besos.