5/1/09

Para Oski

El otro día, navegando de blog en blog y en busca de un código html que sigo sin encontrar, me topé con un blog en el que su creador jugaba al “amigo invisible” con otros bloggers. Ya era tarde para pensar en proponerlo yo también, así que decidí montármelo de otra manera.

Cogí un montón de papeles de colores y escribí tu nombre en todos ellos, los metí dentro de una cajita, la agité y, por último, pedí a una mano inocente de cuatro años que sacara uno de ellos. Al sacarlo, me preguntó: “¿salió el que tú querías?”. Le respondí que por supuesto, que sabía que sólo ella iba a ser capaz de elegir de la mejor manera posible. Sonrió, de esa forma en que sólo pueden hacerlo los niños, y continuó coloreando su dibujo. Yo, por mi parte, me senté a su lado, con el ordenador ante mí, y comencé a teclear…

Una vez, alguien a quién yo admiro, adoro y sigo desde que era una niña (y que a ti no te gusta tanto…), dijo: “muchas veces, mi música va dónde mi voz no llega”. Y yo, en demasiadas ocasiones, contigo tengo la sensación de que mis palabras no son capaces de llegar hasta dónde yo quisiera; que no expresan todo lo que deberían y que las lágrimas o las carcajadas que puedan provocar, no terminan de ser como yo quisiera que fuesen.

Sé que está muy feo hacer trampas y que a pesar de que en mi casa durante los tres últimos años me ha salido el mismo nombre en el “juego del amigo invisible”, me he conformado porque, a fin de cuentas, ahí no importa porque los quiero a todos y siempre hay algo que me gustaría poder regalarles a cada uno de ellos. Pero aquí, aquí la cosa cambia. Si partimos de la base de que es cierto eso de que “en el amor y en la guerra todo vale”, en el cariño que se le tiene a un canijo (hermanito adoptivo por derecho o cómo quieras llamarlo) también vale hacer una pequeña trampa…

Y, para que no vuelvas a decirme que estás muy crecidito ya para que los Reyes te traigan regalos, y ganarte la apuesta sobre eso de que “algo te caería”, mi primer regalo para ti llega en forma de este post y, los demás, irán viniendo poco a poco.

Vendrán en forma de carcajadas, de sonrisas cómplices, de confianza, de apoyo, de hombro sobre el que poner tu mano y dar un paso hacia adelante, de tirón de orejas (si hace falta), de bronca (porque eres el pequeño de los dos) y de todas y cada uno de las cosas que vaya a requerir lo que nos depare tanto el 2.009 como los que vengan después. Y, además, continuará con más intercambios de palabras, de aventuras a cuatro manos, de proyectos literarios, de consejos y opiniones varias,… porque aunque en la superficie está todo el cariño que te he cogido a lo largo del tiempo, en el fondo sigue estando latente esa admiración que me producía leer tus textos cuando eras un completo desconocido.

Porque no eres igual al resto y lo sé; porque no vas a conformarte con menos de lo que sabes que te mereces; porque me aguantas y me soportas; porque “eres como yo” en ese aspecto en el que el resto del mundo se me antoja diferente; porque siempre te me regalas (aunque digas que no con argumentos materialistas y estúpidos); porque tú lo vales; porque eres lo mejor y el mejor; por infinitos motivos que alargarían este post hasta límites insospechados; por un sinfín de cosas más y, también, porque siempre eres capaz de enseñarme que sobran los pretextos para hacerle cosquillas al cielo, hacer que sonría y que su risa lo ponga todo de ese azul tras el que a mí me gusta contemplar el mundo, mi mundo…

Desde aquí firmo el contrato del que me hablabas anoche y corroboro dos más: el de darte “pellizcos” para chincharte una vez tras otra y el de empeñarme en que “tu duende” llegue a descojonarse de risa, porque a las personas que son como tú y que tan sólo aspiran a poder materializar un gran sueño, las personas como yo tenemos que facilitarles la tarea en lo posible y hacerlo hasta que el alma nos resista, hasta que diga que ya no puede más…

¡Feliz día de Reyes, canijo!

7 comentarios:

Óscar Sejas dijo...

Me gustaría poder comentar algo lógico, pero es que no estoy acostumbrado a que me escriban cosas así todos los días...

Cada vez me doy más cuenta de la suerte que tuve al topar contigo en este ancho universo virtual.

Y ahora el 2009 nos espera cargados de proyectos literarios ¿eh? quién nos lo iba a decir...

Sólo sé que mientras estés a mi lado no va a haber días rojos y, si los hay, pronto se teñirán de un azul cielo que siempre, siempre, consigue hacerme sonreír.

Te quiero un huevo y parte de otro. Que lo sepas.

Oski

Anónimo dijo...

Yo sí que te quiero, canijo!!!!!



hug, hug, hug, huuuug... :P

Camaleona dijo...

Siento entrometerme, pero quería deciros que admiro vuestros blogs y me alegro de que podáis complementaros y ayudaros.
Un beso.

Miguel González Aranda dijo...

Jolines que pedazo de buen rollo!!
Oye María, estas super enchufada al blog. Llego y nada más que veo que entradas....has estado toda la navidad hay pegada al ordenador....jeje..

Feliz año

maria dijo...

felicidades Oski seguro que te lo mereces

Óscar Sejas dijo...

Son las 3:14 de la madrugada cuando escribo este comentario.

Llevo horas dándole vueltas a un relato que deseo sea perfecto. Horas machacándome con el: "no puedes, no puedes, no puedes" que mi maldito subconsciente me quiere hacer creer.

No soy escritor. Tan sólo pienso historias que con mayor o menor acierto hago aparecer en forma de relatos en mi blog.

Es cierto que he andado buscando mi sitio casi desde hace 2 años. Que me he hartado de las etiquetas de "pastelón", que le he dado demasiada importancia a aquello que no la tenía. Que me he dedicado a escribir más para los demás que para mi mismo. Pero a pesar de todo eso tú siempre has estado ahí aguantándome y dándome ánimos para no rendirme.

Unos ánimos que se han antojado tremendamente importantes cuando he perdido toda la confianza en mí mismo. Cuando he empezado a naufragar en el abismo de las dudas y ya nada, ni nadie, parecían darme la tan necesaria medicina para volver a poner los pies en el suelo.

Es tan frustrante perder las alas...y tú me has prestado las tuyas...

Que puedo decir...

Que ojalá consiga terminar ese relato que te debo.

16 pares de besos.

Oski.

Anónimo dijo...

A veces hasta perdonamos las trampas por una sonrisa así.