3/11/08

Una mañana de domingo

Amanecía sin amanecer. Frio, oscuro y desierto. Un bostezo subía la reja, otro abría la puerta, el tercero desconectaba la alarma, el cuarto saludaba al repartidor de la prensa y el quinto pedía a gritos un café doble, bien cargado, con poca leche y mucho azúcar.

Mientras colocaba la prensa del día [junto a sus respectivos suplementos y añadidos] por riguroso orden establecido: en la primera fila los diarios, en la segunda la prensa deportiva y, un poco más al fondo, la prensa extranjera, veía a través de la cristalera del escaparate cómo los adolescentes más remolones volvían a sus casas dibujando una carretera poblada de curvas sobre el improvisado lienzo en que se había convertido la acera.

Un nuevo camión de reparto le trajo el olor del pan recién horneado y, tras el primer sorbo de café [doble, bien cargado, con poca leche y mucho azúcar] la necesidad por darle sucesivas caladas al primer cigarrillo del día.

Salió a la puerta y el frio de esa mañana de abrigo obligado se introdujo en sus huesos. Un escalofrío recorrió su espalda al tiempo que, del bolsillo derecho, sacaba un mechero y encendía el ansiado y lento veneno. El humo que invadía sus pulmones se le antojaba como el placebo perfecto para curar sueño, frio, oscuridad y silencio.

Tras apagar la colilla, levantó la mirada y pudo presenciar como los primeros rayos del Sol derrocaban a la despótica alba que a regañadientes abandonaba su trono. El azabache del cielo dio paso a un gris cada vez más leve, y éste a un azul que poco a poco se iba afianzando y dando color celeste al cielo, su color.

Apenas había nubes cuando una melodía la sacó del estado de ensimismamiento en el que estaba. Sacó su teléfono móvil del bolsillo izquierdo de su abrigo y tras desplegar la tapa del mismo, la melodía cesó dando paso a una voz conocida, agradable y cálida. Escasos minutos de conversación bastaron.

Iba a volver a entrar cuando un suspiro la hizo volver a mirar al cielo. En él, una única nube se convertía en cómplice de ese momento. En su cabeza, volvía a sonar la misma melodía: Flor de Luna.

Y tal vez tan sólo fueran imaginaciones suyas, consecuencia de que todavía estuviese adormilada o, tal vez, delirios de una boba enamorada, pero… aquella nube [al menos para ella] tenía forma de guitarra. De esa única guitarra que basta para suene esa misma melodía.


19 comentarios:

Unknown dijo...

María... quién comenzase un domingo así...

Me ha encantado la historia, me gusta mucho cómo está escrita, mucho.

Quiero más!

Alicia. dijo...

Creo que cuando viola guitarra no estaba dormida. Sería cosa del amor...
Me gusta muchísimo como escribes.
Te leeré a menudo.
¡Besos!

Óscar Sejas dijo...

A mi todas las canciones que toca Santana me parecen plagios de la anterior pero bueno, obviando ese pequeño detalle he de decir que tu historia me ha recordado enormemente a una dependienta de librería gallega que conozco.

Es muy buena persona, pero tiene un defecto, fuma, igual que tú. A ver si algún día la suerte os hace abandonar ese pequeño vicio.

Por lo demás, el tiempo seguirá pasando implacable, el cielo brillando y los niños seguirán entrando a comprar chucherías a la tienda.

Puede que alguien, en otro lugar, escriba una historia de amor, claro que, posiblemnte esto sólo sean suposiciones de un cuerdo bastante loco.

Un abrazo flor de luna.

R. dijo...

Boba y enamorada nunca van por separado.Y qué!! :)

gviteri dijo...

Y veré en las nubes siempre formas que me recuerden a ti.
:)
Me gusta mucho cómo escribes.

Anónimo dijo...

hola maría... soy más o menos nueva por éstos mundos, pero si por algo quise empezar algo así es para intentar transformar sentimientos y momentos en palabras, como has hecho tú, es genial! =)
Me ha encantado, de echo simplemente he visto esa nube =)
un beso

Pugliesino dijo...

Hay poesías que no necesitan versos para crearse,basta un amanecer,una melodía,
y buen sabor de un desayuno en fría mañana otoñal :)
Entrañable momento el que nos regalas.
Un abrazo!

Anónimo dijo...

Ojalá todos buscáramos formas en las nubes al despertar.


O al menos ojalá todos mirásemos al cielo.

Noelplebeyo dijo...

Musical. El inicio de un domingo perfecto

Anónimo dijo...

Guillermo, muchas gracias por tu visita y tu comentario. Al pinchar sobre tu nick, el link no me lleva a tu perfil y, por lo tanto, tampoco a tu blog. Parece ser que no lo tienes habilitado y por eso no puedo responder a tu comentario en otro sitio que no sea mi blog... :S

Lauriña dijo...

Esa nube tiene forma de guitarra y si no es que yo también debo ser una tonta enamorada. Ay dios! no tengo criterio lógico y coherente para esto! =D


Muchos besos VALIENTE!!!!! ^^

Bea dijo...

Mi niña desde siempre hemos tenido algo en común tú y yo y es el cariño que le tenemos a la música y aún más a un estilo concreto. Adoro eso de tí. Lo que significan para nosotras: Un Charquito de Estrellas y Hay Un Universo De Pequeñas Cosas... Esa magia que pocos sentimos.

Un besazo enorme mi niñaaaaaaaaaaa!!!

Anónimo dijo...

En el fondo las nubes son lo que queramos que sean, solo hay que saber mirarlas... y quizás asi veamos el reflejo de algo más.

Yo últimamente miro mucho el cielo, y aunque la realidad me diga que está gris, estoy intentando cada día verlo más azul ;)

Un abrazo ^^

Anónimo dijo...

Te lo diré en secreto..

M es eMe...

María José dijo...

No hay más precioso domingo que el que te levantas enamorado......... ni lunes, ni martes,.... estando enamorado todos los días son domingo. Yo tampoco dejo nunca de mirar al cielo.
Un beso María.

maria dijo...

Que cálido relato, me ha dejado montada en el mástil de esa guitarra esponjosa.
como siempre estupendo maria Un beso

Pedro dijo...

¡Pero que bonito! Es precioso en serio (debe de ser que yo soy un poco bobalicón también) pero me encantan las historias de amor, más aún con un toque tan cotidano; toque por otra parte que no has perdido desde que te leo (y hace casi dos años).


Un abrazo,

Pedro.

Rebeca Gonzalo dijo...

Me ha gustado la maravillosa descripción de todo lo que sucede alrededor del personaje y sus rutinas. Cuando hablas de los jóvenes que regresan a casa...

En fin, no sé qué decirte, salvo que me ha gustado y que éste es el relato que más me ha gustado de todos los que he leído tuyos. ¡Fabuloso de verdad! Hoy sí que ha sido el cielo más azul que nunca, gracias a tu guitarra. Te dejo, porque necesito releerlo y empaparme de él. De verdad... ¡Qué bonito!

Gelo dijo...

Ahora los domingos por la mañana serán mejores y más holgazanes ;)


Mmmmmmmmmmmmmmm........ jajaja


:*