6/4/08

Sal y arena (cc. 99)



Para Aarón [sobran los motivos]

La mano no me tiembla mientras acerco la cerilla al cigarro que cuelga de mis labios, he de admitir que hace años, cuando comencé a dedicarme a esto, el nerviosismo sí que se apoderaba de mí. Antes todo era distinto, yo era joven y todavía tenía lo que la gente llama “cargo de conciencia”, pero tanto eso como el sentido de la ética son cosas que he ido perdiendo y dejando atrás a medida que he ido aceptando casos y más casos.

Recuerdo que hubo un tiempo en que me apasionaba lo que hacía, pero como todo tiempo, fue pasajero. Breves fueron el odio y el asco que me daba a mí mismo por hacer lo que hacía; breve fue el gusto por el morbo de lo que iba a descubrir y seguramente pronto pueda decir que breve fue el tiempo en que mi trabajo me resultaba tedioso y monótono.

Aunque acerca de esto último tengo mis dudas. Realmente no sé a ciencia cierta si es mi trabajo el que siempre es igual o si son las personas que acuden a mí en busca de mis servicios las que se parecen demasiado las unas a las otras.

Hace apenas veinte minutos que he aceptado el caso que ahora ocupa mi tiempo y tanto las características del mismo como las de mi cliente se corresponden totalmente con las de anteriores: hombre de entre cuarenta y cincuenta años; con un poder adquisitivo muy por encima de la media (de no ser así no podría disponer de mis servicios); buena posición social; casado con una atractiva mujer bastantes años menor que él (normalmente de entre veinticinco y treinta y cinco) y que cree que ésta le es infiel.

Acabo de llegar al lugar desde el que en esta ocasión he de espiar a la presunta infiel que todavía no ha hecho acto de presencia, pero ya sé que la posible respuesta que voy a obtener se corresponderá con un simple A o B (A = mi cliente, el marido, es la víctima de un matrimonio en el que ella tan sólo se ha casado con él por su dinero o B = ella, la mujer, es la verdadera víctima de los celos desmesurados de un marido desconfiado y con muy poca o ninguna autoestima). Estando así las cosas y dudando acerca de quién será la verdadera víctima, lo que sí que tengo muy claro hoy por hoy es la figura del verdugo: yo.

[Apago la grabadora (sigo sin saber muy bien por qué me grabo diciendo estas chorradas) y me dispongo a montar el trípode sobre el que colocaré una cámara de fotos que está pidiendo a gritos la jubilación. Estoy sobre un conglomerado de rocas que, a modo de muralla, cercan una pequeña cala situada en una playa preciosa a la que nunca antes había venido. Termino de colocar la cámara y espero a que ella, la mujer de mi cliente, aparezca (tras haber pinchado su teléfono me entero de que tiene una cita aquí con un supuesto mejor amigo desde la infancia). Contra todo pronóstico, me quedo maravillado ante lo que mis ojos y mi cámara captan. Vuelvo a encender la grabadora y de nuevo sin saber por qué, me grabo:]

Acabo de ser testigo del más afectivo y pasional de los encuentros que haya podido tanto presenciar como protagonizar a lo largo de mis más de cincuenta años de vida. Amor y poesía en estado puro.

Una a la espera de la otra. Tímidos besos y leves caricias, como con vergüenza, al principio. Poco a poco va aumentando el contacto entre ambas. Sube la temperatura. Se desinhiben. Dan rienda suelta a sus deseos más íntimos. Gozan. Húmedas ya las dos, aprovechan al máximo el poco tiempo en el que podrán disfrutar la una de la otra en este fugaz encuentro. Se aman.

Y no ha sido un encuentro fortuito ni casual. Hoy, el Sol y la Luna, están alineados y eso, sin lugar a dudas, hace que la atracción que sufre la una hacia la otra sea mayor, más fuerte.

[Pulso la tecla de STOP. Recojo todas mis cosas y me marcho a casa. A la mañana siguiente llamo a mi cliente pero su teléfono móvil está apagado o fuera de cobertura. Lo intento varias veces a lo largo del día y más de lo mismo. Por la noche recibo la llamada de un amigo (un antiguo compañero de la época en que fui policía). Mi cliente ha muerto. Se ha suicidado. Se tiró desde las mismas rocas sobre las que yo había espiado a su mujer.

“Es una lástima”, pienso. Su mujer no le engañaba. Se había citado allí con un buen amigo sí, pero para pedirle consejo con una sorpresa que quería darle en su próximo cumpleaños.

Al día siguiente me vuelve a llamar mi amigo (el policía). Me cuenta que han encontrado una nota de suicidio en la que el hombre explica que no quiere seguir viviendo porque, tras sospechar que su mujer le engaña con otro, contrata los servicios de un detective privado que descubre que su mujer le engaña con otra mujer, algo contra lo que él nunca podrá competir.

Cuelgo el teléfono sin decir nada. Sólo hay una explicación posible: él vino a la cala y me escuchó mientras yo grababa ese encuentro, que me había resultado tan poético, entre la sal y la arena de la playa.

Tras este caso había pensado retirarme y dedicarme por fin a mi verdadera vocación: la poesía. Parece que no he empezado con muy buen pie…]


Para leer más historias con el mismo principio, visita: El CuentaCuentos.

14 comentarios:

JuAntonio dijo...

Cuando he visto el título.. he pensado: el relato de María va a prometer. Antes de leer he simulado ser tú, ponerme en tu cabeza en el momento en que te sentaste delante del pc a teclear la historia. He intentado relacionar el título con la frase de la semana y adivinar, de algún modo, cuál sería la trama. En fin, me has sorprendido. Mucho. Ya lo hiciste con Carta a Fernando, tu manera de expresar las cosas, el estilo personal que tienes y la sencillez en el uso de las palabras.. me... no sé.. es tan diferente a mí que me resulta extrañamente atrayente. Me encanta tu sobriedad.

tormenta dijo...

esta muy chulo maría!!! bien escrito y la idea es muy buena..
¿sabes? en el proyecto Icaro incombustible - que imagino que te sonará porque porque colaboran cuentistas como por ejemplo Oski o Pedro- en esta edición - la número 2- ha sido seleccionado un relato llamado "la máscara", para mi sin duda el mejor de todos los que se presentaron a dicha selección, que te recomiendo que leas cuando puedas aunque sea por curiosidad, porque seguramente te sorprenderá bastante, ya verás ;)
Un besito.

Anónimo dijo...

Hostia, qué final! Yo también pensaba que tenía una aventura con una chica hasta que nombraste el sol y la luna. Me gusta cómo juegas con ellos. La imagen del espía apasionado por la poesía es... buf, diferente. Me ha venido a la cabeza la imagen de Mycroft Holmes. En fin, como siempre, estupendo!

Espero impaciente tu cuento número 100.

Anónimo dijo...

Nena!!! Nena!!!
Tremenda historia, joía!!! jajajaja
Hacía tiempo que no pasaba por tu casa y menuda sorpresa (doble) me he llevado: la primera por el peazo relato con el que nos has sorprendido esta semana; la segunda es que la semana que viene es tu siglo de CC!!! Espero que nos embeleses con tu savoir-faire... o debería decir... savoir-écrire??? En fin... que, ahgas como lo hagas, lo harás tremenda!!!

Quieres un regalo para tu número cien??? No te valgo yo para un fin de semana??? XD

Besos guapa!

El Pistolero dijo...

Vaya, de verdad el final le deja a uno seco, :O

Me ha gustado mucho como has narrado los pensamientos de este poeta frustrado metido a detective. Creo que es un personaje que se aleja de lo que sueles escribir, más cínico, más indolente, como deberían ser todos los que se encienden cigarros con cerillas en acantilados.

Por ponerle un pero, si ha aceptado el caso solo hace 20 minutos mucha prisa se ha dado pinchando el telefono...sé que es un "pero" bastante tonto, pero es que de otro tipo nunca te los saco. Siempre te lo digo, se te da bien esto de juntar palabras, y las historias nacen de ti con naturalidad, qué más se puede pedir?

Muchas muchas gracias por dedicarme esta historia de gabardinas (apuesto a que es lo que lleva) y grabadoras, y por ponerme colorado por enesísisima vez...

Un besazo enorme!!!!

PD: A los dos, como a Sabina, nos sobran los motivos...

Anónimo dijo...

Respondiendo...

a JuAntonio: tengo que decir que te vengo leyendo desde poco tiempo antes de que entraras en CuentaCuentos, sin embargo ese poco tiempo es suficiente para estar enganchada a tu forma de escribir, admirarte y envidiar aspectos que dominas a la perfección y que a mí me vienen muy grandes. Te agradezco tus palabras, sobre todo por venir de quién vienen y... el adjetivo "atrayente" creo que está más que claro que es mútuo ;)

a Tormenta: después de lo que me costó dar con él (sin conseguirlo, eso sí), ¿cómo no me lo iba a querer leer? Gracias por tomarte tantas molestias en hacérmelo llegar. Ahora ya entiendo porqué me recomendabas que lo leyera... Como imaginarás, me ha encantado y... no sólo eso. Gracias pesiosa!!

a Lost Soul: gracias... Espero no defraudarte mucho con el 100. A ver qué pasa... ;)

a M.Gëll (Hell para los amigos...): viniendo de quién viene y sobre todo por como escribe usted dominando esta temática que a mí me va un poquito grande... ¡Qué honor! Por otro lado, si bien es cierto que no me esperaba premio alguno (porque el premio de verdad ya lo tengo semana tras semana con vosotros...), lo de tu proposición indecente... Tengo en mente ir pronto a Bcn, pero igual voy antes... jajaja ¡Gracias!

a Aarón: no había caído yo en ese pero, pero dado que estaba ahí y es muy gordo, me alegro de que hayas sido tú quien haya dado con él. ¿Lo ves cómo no son siempre halagos y peloteos? ;) No me gusta Sabina ni un poquito, pero en esta ocasión tiene más razón que un santo... :*

Jan Lorenzo dijo...

Y si te digo que es perfecto?? Al menos a mí me lo ha parecido... Redondo, sin aristas, sin nada que pulir...

Sólo la historia, el lector y los acontecimientos... Ahora la lluvia está golpeando contra el toldo y le da a tu historia la ambientación que a mi parecer le hacía falta...

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

Pugliesino dijo...

Un gran homenaje a nuestro detective que espero pronto disfrutemos de nuevo con sus relatos.
Una trama impregnada del sabor del género negro. Una atmósfera en la que parecía no haber lugar para ella pero en la que sí encuentra su sitio: La poesía.
Un abrazo!

Esther dijo...

Hola,

mi hermana que tiene el blog, En silencio,Alma azul, me recomendó tu blog hace un tiempecillo atrás.Vine a ver lo que había, a ver cosas nuevas y tengo que decir que me encantó lo que leí. Si tuviera que ponerle nota, le pondría un 10 :) Gracias por este super relato que compartes con nosotros.

Amor y poesía... ...del amor pueden nacer las más bonitas poesías :)

Saluditos.

Anónimo dijo...

Jajajajaj, es buenísimo. ¿ Y si te digo que lo que me ha encantado ha sido lo de las dos opciones, A o B, y el verdugo que tengo muy claro que seré yo? Pero me ha resultado un poco raro que el marido fuera a la playa y le escuchara, como un poco forzado. Igual yo hubiera hecho que encontrara la cinta por error, o lago, aunque eso quizás hubiese alargado mucho el realto, o lo hubiese hecho demasiado enrevesado.

En cualquier caso, muy muy bueno. Enhorabuena!!

Un besino!

Anónimo dijo...

Hola María. Precioso y conmovedor relato de amor. Muy realista.

¡Ay! Las cosas que se pueden llegar a hacer por amor.

Se pueden hacer grandes locuras de las que después nos arrepintamos o no.

Un besito.

Anónimo dijo...

Respondiendo...

a Niobiña: tanto a mí como a todo lo que hago/escribo, si hay un adjetivo que se nos quede grande y muy lejano, ese es "perfecto". Pero graciñas nena, me alegro mucho de que te lo haya parecido.

a Carlos: es que la poesía lo envuelve todo!! ;)

a Esther: muchas gracias a ti, por tus palabras y a tu hermana, por hacerme tan buena publicidad, jejeje, y por hacer posible que yo pueda conocer tu Blog. Ha sido un placer leerte y ten por seguro que seguiré haciéndolo.

a Amanda Pinkleton: el marido va a la playa arrepentido de haberle pedido que espíe a su mujer. Lo piensa y... termina por llegar a la conclusión de que ella jamás sería capaz de hacerle algo así. Esto en el relato no lo digo, lo dejé dentro de mi cabecita loca. Y sí, tal vez tengas razón y quede un tanto "forzado" que aparezca en la playa sin haber dicho eso. En cuanto a lo de la extensión, vuelves a tener razón. Muchas veces llego a cometer el error de pensar que ya llevo escrito demasiado y que "tengo que ir parando". Hay quién mide la extensión antes de decidir leer o no y yo soy tan tonta que pienso en quién se guía por eso en lugar de en la gente que simplemente lee por gusto haya mil palabras o haya diez mil... :/ ¡Mea culpa!

a Alma Azul: ¿por amor? ¡cualquier cosa! "Si no estás dispuesto a hacer locuras no mereces enamorarte", así dice la frase de la película, ¿no? Lo malo es que cuando los celos hacen acto de presencia... el amor se resiente y pasa lo que pasa... :S

Óscar Sejas dijo...

Decirle buena a esta historia sería mentir, porque no es un buena, es una obra maestra.

Ains...que envidia me das. Has redactado la historia con un lenguaje que me ha soprendido, no recordaba este estilo tan pulcro y cuidado en tus relatos.

El final me ha parecido impactante y brutal de lo bueno que es.

Me ha sorprendido también "la frialdad" del detective al saber que su cliente se ha suicidado.

Si es que haces magia cuando te pones a escribir.

Un beso enorme.

Óscar Sejas dijo...

Decirle buena a esta historia sería mentir, porque no es un buena, es una obra maestra.

Ains...que envidia me das. Has redactado la historia con un lenguaje que me ha soprendido, no recordaba este estilo tan pulcro y cuidado en tus relatos.

El final me ha parecido impactante y brutal de lo bueno que es.

Me ha sorprendido también "la frialdad" del detective al saber que su cliente se ha suicidado.

Si es que haces magia cuando te pones a escribir.

Un beso enorme.