13/4/08

Cuando a un niño se le roba su niñez, se escapa un cuento (cc. 100)



La oscuridad lo envolvió todo, y supo que cuando volviese la luz todo habría cambiado, porque era el siguiente, porque después de tanto tiempo por fin le tocaba el turno, por fin sería él el escogido y todo iría bien como Quang le había dicho…

Ya no recordaba las veces en que la luz de aquella linterna le había cegado los ojos, ni el miedo que al principio le daban aquellos zapatos tan brillantes que, cada vez que aparecían, siempre justo después del fogonazo producido por la linterna, se llevaban a uno de ellos.

La primera vez que apareció el monstruo de los zapatos brillantes –así le llamaban los demás, los que ya estaban allí cuando él llegó-, que fue tres días después de haber sido separado de sus padres, Thien sintió tanto miedo que se orinó encima. Pensaba que, como había visto un día en un matadero, venía a llevarse a uno de ellos para matarlo y comérselo después. Mientras la luz de la linterna les iba enfocando a todos de uno en uno (había que comprobar que no hubiese muerto alguno…), Thien cerraba los ojos y los apretaba con toda la fuerza de la que disponía al tiempo que rezaba por que no le escogiese a él. Cuando escuchó aquel “Tú, ven conmigo…”, entreabrió levemente uno de sus ojos para ver si la linterna le estaba apuntando. Respiró aliviado al comprobar que no y, al mismo tiempo, recibió una sorpresa que no esperaba: sentado a la derecha del elegido estaba Quang, su hermano mayor, al que no había podido ver aún a causa de aquella oscuridad que se apoderaba de todo lo que en escasos metros le rodeaba.

Ese mismo día, Quang le explicó que no era ningún monstruo, sino todo lo contrario. El hombre de los zapatos brillantes era algo así como una especie de salvador que venía cada tres o cuatro días y liberaba a uno de ellos. Al elegido, además de liberarle, le ofrecía una cama, comida caliente y un trabajo con el cual podría dejar atrás la pobreza que siempre le había rodeado.

Al principio Thien no se creyó las palabras de su hermano y a pesar de su corta edad, le preguntó que cómo era posible que supiese eso si, como él le había dicho, los que se marchaban ya no volvían. Fue entonces cuando conoció a Truong. Tenía la misma edad que Quang y era el único elegido que había vuelto.

Truong llevaba más de treinta días dentro de aquella especie de zulo; sobreviviendo a base de agua sucia, pan duro y, cada cierto tiempo, un poco de arroz y, como los demás, evacuando esfínteres en una de las esquinas del fondo; cuando la linterna le apuntó escogiéndole a él y liberándolo así de la oscuridad y de la humedad que desprendían aquellas cuatro paredes. Humedad que llegaba a notar en sus propios huesos. Una vez fuera de la jaula, aquel hombre le dio una pastilla de jabón y, al tiempo que le rociaba agua con una manguera, le ordenó que se enjabonara a conciencia. Después, otro hombre le cortó el pelo con una especie de navaja, para asegurarse de que no tuviera piojos o algo similar. Le dieron ropa limpia, comida y en un gigantesco Jeep fue llevado a una nave. Allí, una anciana de sonrisa bondadosa, justo antes de ser azotada por un hombre que vestía un uniforme beige que la acusaba de estar perdiendo el tiempo, le dijo que ahora trabajaría ahí y le indicó cual sería su cometido. Unos días después, llegó a la nave un niño nuevo algunos años menor que Truong y al que él conocía del barrio en el que había vivido junto a su familia. El nuevo le contó que antes de que le hubieran cogido, había visto a su madre y que estaba muy enferma. “Cuando tose, sangra”, le dijo. Al saber de la enfermedad de su madre, Truong se escapó de la nave pero, como la vez anterior, unos hombres le cogieron y le llevaron de vuelta a la jaula.

Acababan de llevarse a Quang, así que un par de días después, tres a lo sumo, vendrían a por él. Las últimas quince veces había sido así, por estricto orden de colocación y Thien era el que ocupaba el primer lugar del suelo, sentado justo al lado de la puerta, así que no había ninguna duda: él sería el siguiente.

Esa noche, le dio la mitad de su trozo de pan duro a un niño que no dejaba de toser y al que, según pensaba, todavía le quedaba mucho tiempo para poder salir; a la mañana siguiente, a pesar de hacer más de diez días que no lo probaba, renunció a su puñado de arroz en beneficio de un par de amigos que había hecho ahí dentro; al día siguiente no probó bocado, repartió la parte que le tocaba entre sus amigos y al siguiente, más de lo mismo. “Total, soy el siguiente en salir. Ya comeré fuera…”, decía una y otra vez.

Thien se sentía más débil a cada segundo que pasaba. Llevaba casi tres días enteros sin comer y sin dormir. Los rugidos que surgían de su estómago así como esa insistente e incómoda tos que le acompañaba no le dejaban pegar ojo. Ahora el tiempo incluso se le hacía más eterno…

A lo lejos, se escucha el ruido de unos pasos que se acercan. El niño sabe que es el hombre de los zapatos brillantes y tanto su corazón como su respiración se aceleran. Un incesante goteo de sudor frio cae por su frente y ahora incluso tose más que antes… La linterna lo enfoca y la molesta luz apuntando directamente a sus ojos se le antoja como la más maravillosa de las sensaciones. “…” –dice el hombre de los zapatos brillantes- “levántate”. Y Thien hace lo que la ruda voz le ordena y lentamente se acerca hacia los zapatos brillantes, sin dejar de mirarlos, sin atreverse a levantar la vista. “Así no me sirves, estás enfermo. Tú, el siguiente, ven conmigo…”.

El hombre de los zapatos brillantes se ha llevado a otro pero Thien, a pesar de su escasa edad, lo afronta con entereza: “Me he puesto malo porque no he comido nada, comeré durante estos tres días y yo seré el próximo, seguro…” –pensaba para sí una y otra vez-.

Y a pesar de haber comido tanto su parte como un par de minúsculas porciones que sus dos amigos le habían dado de las suyas, Thien empeoró. Día tras día se animaba a sí mismo pensando en lo bien que estaría Quang y en que muy pronto mejoraría y podría volver a reunirse con su hermano, pero nada de eso sucedió…

El hombre de los zapatos brillantes volvió pasados tres días y, para su sorpresa, se encontró con que todos y cada uno de los niños que había en esa improvisada prisión infantil, estaban enfermos. “La manzana podrida e inservible ha hecho que se pudran todas las demás” –dijo al ver aquella escena-. Y, pasados otros tres días, los dueños de aquel sinsentido se vieron obligados a limpiar y desinfectar el sitio del que habían sacado un total de doce cuerpos sin vida de niños entre cinco y once años. No podían hacer otra cosa, no si querían continuar llenando su despensa de mano de obra barata.

Y por si aquella barbarie fuera poco, el mismo día en que se llevó a cabo la desinfección, a escasos veinte kilómetros de allí, Quang moría a manos de una máquina expendedora de etiquetas en las que rezaba “Made in Vietnam”.



Para leer más historias con el mismo principio, visita: El CuentaCuentos.

18 comentarios:

Josu Ansoleaga dijo...

saludos María!

sin palabras, o bueno sí, una: genial. muy bien escrito y el tema me ha gustado mucho. no había visto mucha denuncia social antes, y ya me imaginaba que se trataba de asunto de marcianos o algo así, hasta que detalles como los zapatos brillantes, los nombres asiaticos, la anciana azotada... me han ido hilando los pensamientos,.... hasta finalemnte concluir que, efectivamente, todo aqello se trataba de explotacion de seres humanos por seres humanos.
conmovedor, y lo peor de todo, real.
un relato impecable, y además, una ventanita abierta a la Verdad en un océano de silencio.

...joer, qe trascendnete me ha dejau. !además efectivo!

y a por otras cien historias!
sta la proxima cuentista

Anónimo dijo...

Vaya... me has dejado sorprendida

No imaginaba un final tan duro, no imaginaba que podría sentir el frio en los huesos ni los fuertes dolores de estómago producidos por el hambre...

Me ha encantado :)

Anónimo dijo...

¡Oh! ¡Qué impresión! Está muy bien narrado, y el final es impactante. Casi me podía imaginar a los niños allí esperando, enfermos, ansiosos por ser libres... buff!!!

Saluditos!

Jara dijo...

bicheja!! ya van 100... madre mía.


Un placer leerte semana tras semana y con cuentos como este, reales pero amargos el placer no desaparece.

Por desgracia los niños no siempre regalan sonrisas, ya existen bastardos que se encargan de robárselas.

100 besos x 100 historias más.

tormenta dijo...

Jo, vaya dramón!:(
ese "monstruo de los zapatos brillantes" es escalofríante, de veras.
de tu relato me gustó sobre todo ese contraste de lo que ellos consideran "bueno", incluso estando en esas circunstancias; estando en el infierno una esclavitud puede ser algo parecido a una salvación. muy triste tratándose de seres humanos, si además son niños... en fin.
un beso :)

Anónimo dijo...

Estupendo cuento número 100, María!! Felicidades!!!
Me ha gustado mucho porque al principio me ha dado la sensación de que iba a ser un cuento de fantasía, con niños, monstruos y zapatos mágicos, pero nada de eso!! sorprendente y desgarrador al mismo tiempo.

Besazos!!

Anónimo dijo...

Al final resulta que "el monstruo de los zapatos brillantes" era realmente un monstruo. Has escrito una historia real, has escrito una historia agria, has escrito una historia triste... Has escrito una historia genial, magnífica. Me has dejado medio patidifusa, con la garganta seca y los ojos muy abiertos, sin creerme demasiado lo que acabo de leer, porque ni siquiera quiero creerlo cuando pasa en realidad.

Has conseguido sorprendernos a todos con tu historia número 100. Enhorabuena por ellas, y que te queden por delante otras 100 o más!
Saludillos!

JuAntonio dijo...

Antes de nada.. enhorabuena por esas 1oo historias.. madre mía!! y llevo yo 3 ná más... en fin!! yo espero ser protagonista de otras 1oo más si cabe.. y aunq parezca pesado.. leerte es más q un placer..y es salirme la publi de tienes al abrir tu blog y ya toy impaciente por ver q has cocido.. y fijate!! yo cual analista siempre hago lo mismo..
1º el título.. he intentado relacionarlo con el hecho de q cumplas 1oo cuentos.. y para nada había imaginado tal historia.
2º los nombres de los personajes, el "monstruo" de zapatos brillantes, la linterna.. me habías descolocado un poco al principio.. y sí.. descolocame siempre q quieras.. y colocame luego otra vez.. q me encanta..
3º ya he leido un comentario en el q se hace mención.. la denuncia social.. me parece ejemplar q en tu nº 1oo hagas una historia donde defiendas los derechos de los protagonistas de los cuentos... los niños.. me parece el detalle/el punto de necesario para no calificar un examen de 9,5 sino un 10...

He leído los comentarios y no te ahogo más en halagos.. gracias por tu historia y por tu comentario en mi blog..
de las mil y una vueltas aciertas en algo: no tenían q haber separado a Helen del Dr. Martínez. Pero el Dr. Torres si tenía constancia de la historia personal de Helen.

Esther dijo...

¡Qué triste! Y pensar que quizás alguna ropa que viste alguien de Reebook, etc. puede que esté hecha por alguno de estos niños... ...muy triste. Yo creo que un niño debe disfrutar de su niñez, debe jugar, divertirse y nadie tiene derecho a quitarles la niñez pero, a veces, así pasa...

Un saludito.

Anónimo dijo...

Respondiendo...

a J&A: he intentado responderte en tu Blog pero no soy capaz de acceder mediante el link de tu comentario y... ¡es que no sé quién eres! :S ¿De CuentaCuentos no, verdad? En fin, sea como fuere... muchas gracias por tus palabras. Me ha encantado eso de "una ventanita abierta a la Verdad en un océano de silencio". Un besote!! ;)

a Galamina: me alegro de haber sido capaz de transmitirte lo que realmente pretendía ;) Muchas gracias por tus palabras...

a Synn: gracias a tí también... ;)

a Jara: si el mensaje que pretendía transmitir os ha llegado y, además, me llevo los 100 besos... yo creo que he tenido que hacer un buen trabajo... :P

a Tormenta: es lo lo mío son los "dramones", ya tú sabes... ;)

a Amanda Pinkleton: me alegro de haber conseguido dar ese giro entre el comienzo y el desenlace. Muchas gracias... ;)

a Lost Soul: y que tú sigas con nosotros y las leas! :P Graciñas... (me alegro de no haberte defraudado con la 100, que estabas tan espectante... xD)

a JuAntonio: muchas gracias a tí también... ¿El D. Torres tenía constancia del pasado de Helen? Hmmmm... voy a tener que volver a echarle un ojo, porque eso se me escapó a mí. Mil perdones! :S Por otro lado... me lo pensé mucho por eso de ser la historia Nº 100, sabía que quería hablar de niños (que no para ellos) y bueno... a veces no viene mal recordar lo que hay detrás de ciertas marcas, etc.

a Esther: es que es eso, no fijamos en el precio, el color, la talla y un largo etc más dentro del que no se encuentra el "a cargo de quién habrá corrido el made in...". Gracias por tus palabras guapa, un besote!

Pugliesino dijo...

Ojalá fuera ficción,pero tragicamente episodios como el que nos narras suceden en la realidad. Añoro el estilo de denuncia social, hay que recuperarlo! Un relato impactante,su forma de cuento ayuda a reflejar,a transmitir no solo a nosotros sino sobre todo a los niños,los afortunados respecto a los que no lo son tanto,que eso,eso,está sucediendo,ahora,en algún lugar del mundo,hacinados,en turnos,explotados,desnutridos,hay niños que sufren.
Cuanto hay por hacer!
Felíz cientenario! Un abrazote y seguir escribiendo!!

Pedro dijo...

Tremendo. conozco más bien nada la situación en Vietnam, pero lo que sii que sé es que por desgracia hay demasiados mosntruos con zapatos brillante (genial nombre, por cierto) Me ha gustado tu idea de contraponer la inocencia Thien, su buen corazón frente a lo desesperado de la situación.
Y el final es justo el que necesita el cuento, porque mientras los que compramos "made in" no nos preguntemos de donde sale, no habrá final feliz.

Un abrazo,

Pedro.

Sara dijo...

Lo más triste de esta historia es que es demasiado real, me has dejado el corazón encogido.
Tengo que reconocer que al principio me ha pasado como a muchos...no me esperaba un cuento así, me has dejado tremendamente sorprendida
En cuanto a la narración, ¿qué te puedo decir que no te haya dicho siempre? me encanta, es perfecta
Y por último, enhorabuena porque no sólo has escrito 100 historias, las has escrito a cual mejor y eso es algo realmente difícil ;)
Besitos guapa!

Anónimo dijo...

Respondiendo...

a Carlos: pues sí, demasiado hay por hacer, pero no demasiados para hacerlo... Gracias a cientos! ;)

a ______________ (Pedro): ese "Tremendo" vienendo de ti... casi me lo creo, pero va a ser que no, jejeje. Totalmente de acuerdo con lo que dices con respecto al "final feliz". Graciñas Pedriño! ;)

a Sara: pues... que me alegro horrores de que hayas vuelto a escribir en El CuentaCuentos y que bueno... que esta semana las dos sabemos mucho (demasiado) de crudas realidades. Me encanta volver a tenerte por aquí nena. Un besote!

Ah sí, y...

a J&A: que ya sé quién eres, pero lo mío me ha costado... :S

Josu Ansoleaga dijo...

Saludos de nuevo María
esty intentando solucionar lo de los nombres, que hasta yo me lío,y esque no andaba inspirado cuando me decidí a qedarme con el nombre Jans, y ahora, a falta de originalidad he de reconocer, vy a salirme d ela norma y poner mi nombre real (ya le he pedido ayuda al Señor de las Historias, ya qe a mi no me deja cambiarlo)
...
qe ilusión que te haya gustado el personaje de juanita. no veas lo ke me costó dejarle hablar a ella y q eno se me oyese a mí (no paraba de borrar conversaciones enteras al escuchar, al leer en voz alta, lo ke habria dicho yo y no ella)
quiza haya sido lo mas divertido a la hora de escribir.

hasta pronto!

Anónimo dijo...

Que dura y que cruel es la vida a veces.

Me ha encantado tu relato. Es una situación bastante triste pero, desgraciadamente real.

Precioso tu relato como siempre, aunque, conmovedor y el video me ha gustado mucho.

Un beso.

Anónimo dijo...

Respondiendo...

a Josu Ansoleaga: no te preocupes niño... que en cuanto a la originalidad para escoger nick, creo que el premio me lo llevo yo... ejemmm... ;) Juanita... Juanita ya forma parte de mi familia literaria! Hasta prontito!!

a Alma azul: me alegro que te haya gustado y también... de que hayas hecho referencia al video. Jo... que también lo he hecho yo y nadie decía nada... :( Jejeje, un besote solete!

Óscar Sejas dijo...

Sin palabras, así me he quedado al leer esta historia y no porque no sea buena.

Sin duda me parece uno de tus mejores relatos en mucho tiempo, sabes de sobra que las historias reivindicativas o de conciencia social son mis preferidas.

Es dura, como dura es la vida misma, no podía ser de otra manera, si el lector no llora no se conciencia.

Lo que de verdad es una lástima es que estas cosas sucedan hoy día, sabemos de grandes marcas que usan mano de obra infantil y aun así nadie deja de comprar sus productos.

El mundo se está yendo a pique. Menos mal que todavía queda conciencia entre tanta locura.

Gracias por este relato.