15/4/09

To drink or not to drink, that is the question

El siguiente relato contará con dos personajes principales (el to drink y el not to drink) que el lector deberá diferenciar e identificar a su criterio, opinión y juicio.

Por un lado tenemos a Rafael Sánchez Díez, comercial de cuarenta y siete años de edad. Abnegado esposo y padre de tres hijos, Juanjo de doce años y las gemelas, Paula y Andrea, de ocho. Por el otro lado está Guillermo Pérez Gómez, quién recientemente ha cumplido la mayoría de edad y emplea una tercera parte de su tiempo en hacer que estudia.

Es sábado por la tarde y Rafael, vistiendo sus mejores galas, acude con su familia al enlace de Cayetana, la hija mayor de su jefe. A pesar de haberse tenido que gastar el equivalente a su sueldo de dos meses entre ropa y regalo, sabe que esa boda es una cita imprescindible y que no haber ido supondría perder puntos con su jefe de cara a ese ascenso con el que sueñan tanto él como tres de sus compañeros de trabajo.

Al mismo tiempo, Guillermo (a quién sus colegas apodan el bocas), como cada sábado se va de botellón, con la diferencia de que esta vez no tiene que volver a casa a determinada hora ya que es mayor de edad.

Rafael decide que las dos copas de vino que ha tomado con la comida será la única cantidad de alcohol que va a ingerir. Pero lo decide sin saber que el padre de la novia, su jefe, querrá hacer un brindis a base de cava con todos sus empleados. También desconoce que no podrá negarse a los múltiples ofrecimientos del señor que da de comer a su familia para que de buena cuenta de ese whisky tan caro y bueno que ha reservado durante varios años para ese día.

Guillermo el bocas bebe un par de litros de calimocho, otro de vodka con limón, ocho cervezas y varios chupitos sin que nadie le obligue ni ponga empeño en ello, sino por propia elección.

Rafael no nota que el alcohol que ha ingerido haga efecto en su organismo, así que decide que puede coger el coche y llevar a su familia de vuelta a casa una vez finalizado en convite. Guillermo camina de vuelta a casa haciendo eses, con algún que otro resbalón y un encontronazo con una farola que en la última década no ha cambiado de ubicación.

En la carretera, Rafael se ve obligado a detener su coche y realizar un control de alcoholemia. Da positivo. Y tras el positivo llega la multa, la pérdida de puntos y la retirada de su permiso de circulación.

En la acera, Guillermo se encuentra con su vecino y tocayo. De buenas a primeras, para él su vecino deja de ser una persona y se convierte en un sudaka. Le insulta y lo empuja. Su vecino ni siquiera se defiende con la esperanza de que se canse y lo deje tranquilo. Por el contrario, esa actitud pasiva cabrea más a Guillermo, quién tira al suelo a su vecino y comienza a darle patadas hasta que se cansa o deja de parecerle divertido.

Las historias de Rafael y Guillermo, que empezaron un mismo sábado por la tarde, terminan también ambas un lunes a primera hora de la mañana.

Dicho lunes a primera hora, y tras contarle a su jefe lo acaecido tras salir del restaurante en el que había tenido lugar el convite de la boda de su hija, Rafael (comercial de cuarenta y siete años de edad, abnegado esposo y padre de tres hijos) pierde su trabajo ya que sin permiso de conducir no puede desempeñar sus funciones y obligaciones.

Al mismo tiempo, y tras contarle al juez que recuerda perfectamente lo que bebió la tarde-noche del sábado pero no el haberse encontrado con su vecino y mucho menos el haberle dado una paliza que casi acaba con su vida, Guillermo es puesto en libertad sin fianza ni cargos.

Y si en algo se asemejan las historias de Rafael y Guillermo es en que en ambas el alcohol actuó como eximente. Guillermo no tendrá que ir a la cárcel y Rafael tampoco tendrá que ir más a trabajar gracias al alcohol que ambos ingirieron aquel sábado…

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Este relato es 100% ficticio (aunque creo que, desgraciadamente, la realidad lo supera con creces) y cualquier coincidencia con la realidad estará basada única y exclusivamente en lo comunes que son los nombres y los apellidos de sus protagonistas.

Anónimo dijo...

Lo que une es a veces más de lo que separa.

Dara dijo...

En la vida muchas veces pasa esto, alguien que no se lo merece tiene mala suerte, y el que merece un castigo se salva. Pero, a fin de cuentas, ese hombre al beber puso en peligro a su familia, a él mismo y a cualquier otro conductor con el que pudiera cruzarse. Que fue desmedida su mala suerte, sí, pero podría haber sido aún peor. Podría haberse quedado en la carretera.


un miau grande, cielo azul :)

Malvi dijo...

Si es ficticio no lo parece, me parece que lo has relatado tan crudamente como la realidad misma, me han dado ganas de meterme dentro del relato y pearle al juez y al jefe, vaya dos y no menos si fuera la madre del niñato... vaya la paliza que yo le metería... sería increible...

Es la realidad, así funciona el sistema, que desgraiadamente es nefasto

¿por qué meterse con la gente del sur? yo creo que es envidia... o cobardía, sea como fuere... es un rollo saber que la sociedad en la que nos movemos cada día se parece más a este relato sin quedar ahí, sino empeorando

felicitaciones ¡un placer leerte!

María (tu tocaya)

Agua dijo...

Hola guapa! ya estoy de vuelta de semana santa... que tal la tuya? espero q muy bien!

Uffff que historia tan dura niña... la verdad es que el alchool hace estragos. Da igual si la ingesta es autoconsentida o por agradar a terceros, los excesos siempre son malos. Y las mezclas alchool + coche o alchool + violencia no tienen perdon ninguno. La gente debería controlarse mas...

Un besito!

galmar dijo...

ley y justicia a veces no van de la mano...

Anónimo dijo...

a Eterna: pero sólo a veces...

a Dara Scully: siempre, siempre, siempre puede ser todo mejor o peor y siempre, siempre, siempre depende del cristal tras el que se mire ;)

a Malvi: si bien es cierto que muchas veces la justicia es nefasta, desde mi modesta opinión considero que no deja de ser menos nefasto que se "castigue" con una paliza a alguien. Y me da igual quién sea y lo que haya hecho. Pero la violencia y los golpes no generan más que eso: violencia y golpes.

Tampoco considero que se trate de envidia. Hay personas que carecen de personalidad propia, que se unen a otros que también carecen de ella y se dedican a imitar patrones ya existentes. Unos imitan lo que hace algunos años hacía un señor con bigote, otros dan palizas a los que tienen la piel un tono más oscuro que la suya, a los que tienen un acento difetente o a los que no son rubios y de ojos azules. Son las diferencias las que nos convierten en especiales, pero hay gente incapaz de darse cuenta y que, de manera errónea, opina que las diferencias son en realidad defectos o taras...

a Agua: muy bien guapa, muchas gracias... ;)

Debería, debería... pero ¿cuándo hacemos todos realmente lo que debemos? muy poquitas veces, en realidad...

a galicia maravillas: muy cierto. Pero lo peor de todo no es eso, lo peor de todo es que muchas veces hay quién "utiliza" la ley para esquivar a la justicia...

Noelplebeyo dijo...

Bueno...el padre abnegado y de bodorrio, luchador de sus acensos y demás tiene al desacertada idea de beber por y para alcanzar un objetivo.

El otro es un sinvergüenza.

Ailën dijo...

...en el caso de Rafael, su familia también podría haber hecho algo, ¿no? Por lo menos la mujer, que supongo que algo notaría lo que había bebido. En el caso de Guillermo, no siempre la mayoría de edad te deja exento de hora de vuelta a casa.

Pero está muy bien. Yo que creía que te habías inspirado en alguna noticia o algo...

Besos!

Pugliesino dijo...

Chapeau María.

A buen seguro que mas de un realizador llevaría a la pantalla este corto como introducción a un programa ya de debate, ya social acerca de la justicia, pero no solo de ese tema, sino de lo que es o no es justo, que no siempre coinciden; del racismo (entiendo que no se refería a la gente del sur, andaluces por ejemplo, sino a la de Surámerica, aunque da igual el lugar geográfico, el racismo es igual de despreciable, del mundo laboral, etc... Es tan amplio el abanico de temas que trata tu texto que me parece ya te digo propio para editarlo en mas de una introducción.
Por lo pronto la actitud, añeja ya, del jefe, de "usar" lo personal como moneda de cambio con los empleados es denunciable, pero claro quien iba a hacerlo? Lo ideal sería que fueran los que realmente sintieran ese momento sin miedo a represalia alguna. Luego la labor de la policía con esos controles salvó posiblemente muchas vidas.
Luego el alcohol, argumento mas que usado por la Defensa como atenuante, y probablemente aceptado y como sucede quedan libres, pero un buen fiscal vería que aún cuerdo esos pensamientos racistas duermen en su interior. El Sistema necesita aún muchas mejoras para evitar esos resquicios por donde escapan impunemente.
Bueno siempre nos queda el cine para situar al tal Guillermo saliendo del juzgado sonriente y al cruzar una calle un conductor borracho se lo lleve por delante, y que ese conductor sea el jefe de Rafael, y que Rafael, en un kiosko cercano de botes de alegría al ver que le tocó el cuponazo! :)

Un besote!!

BocaDelcielo dijo...

el alcohol... siempre el trago juego un rol importante en nuestras vidas...

Camaleona dijo...

Nunca he bebido tanto alcohol para perder la cabeza, además me sienta fatal, pero he visto a mucha gente perder el sentido común... y lo primero es que el mismo alcohol les hace sentir que todo es facilísimo... como conducir o pegarle una paliza a un vecino...

Al dijo...

Y sales un sábado de fiesta siendo lo suficientemente responsable como para hidratarte a base de botellines de agua por los que te tangan un pastón. Y no bebes ni una gota de alcohol. Y entonces coges el coche para volver a casa. Y lo bueno no es que tú no hayas bebido ni una gota, lo malo es que otro cualquiera sí lo ha hecho y tu vida empieza a correr peligro a la que te cruzas con él. Y da cual que vayas a pie o en coche, el alcohol puede ponerle punto y final a tus días ya sea porque tú lo has bebido, ya sea porque lo bebió ese con el que te cruzaste.


¡Diana en tol centro, nena! Y lo sabes.....


Un bicazo ;)

Lauriña dijo...

Sinceramente...

a Rafael le está bien merecido por muchas razones: ir a una boda no debería ser considerado como un mérito para conceder o no conceder un ascenso; podría haber tenido un accidente y morir tanto él como los demás miembros de su familia; etc.

Guillermo se salvó esta vez, pero la próxima no tendrá tanta suerte. Porque habrá próxima vez, siempre la hay.

Muy bueno, muy pero que muy bueno!

:*****

Edamal dijo...

María me ha encantado el relato, la verdad es que hay mucho de real en la historia, es muy duro verlo desde el otro lado del ordenador, pero pensamos que nunca nos pasará. Yo hace mucho que dejé de beber, creo que prácticamente nunca lo he hecho, pero mi adversión total viene desde que estoy trabajando, soy enfermera y trabajo en una ambulancia de urgencias, desgraciadamente asisto a muchos tráficos, peleas, intoxicaciones etílicas... nunca podré entender como con 20 años eres capaz de jugarte tu vida, perder todo lo que te queda por vivir por tomar más copas de la cuenta con tus amigos, es triste morir solo cuando eres un anciano, pero creo que es más triste morir solo tirado en la calle con 20 años por "querer" pasarlo bien. Debemos de pensar en las consecuencias, cuando somos mayores de edad lo somos para todo.

Besos wapa

entresuelos dijo...

vaya me ha gustado mucho tu blog, me pasaré mas veces si me dejas. un saludote

Silvia dijo...

Además del alcohol, les une la falta de personalidad, el miedo y la sumisión. Uno bebe por que vive arrodillado ante su jefe, el otro, ante sus amigos y la sociedad.

Interesante reflexión, мaяia