2/2/09

Powder

Carla observa desde el ventanal del salón como el pequeño Óscar se aleja pedaleando en su bicicleta roja. Desde que ha descubierto el pequeño lago artificial ha cambiado, parece otro. Ahora es un niño sonriente, feliz. Nada indica que, en los pocos días que llevan instalados en su nuevo hogar, haya conocido a otros niños. Su madre sólo sabe que, tarde tras tarde, coge su bicicleta roja para ir al lago y que cuando vuelve, siempre antes de que anochezca, una enorme sonrisa lo acompaña. Carla está decidida a seguirle un día para saber qué hace allí, pero eso será más adelante, cuando haya terminado de adecentar la casa.

Escasos minutos después de que Óscar lo haga, Sara también se marcha. Ella no es que también haya cambiado, es que directamente no es la misma. Pocas horas le bastaron para dejar atrás el monumental enfado que le habían causado el viaje, el traslado y el tener que dejar atrás a sus amigos. Si bien es cierto que durante sus primeras cuarenta y ocho horas de estancia en su nueva residencia apenas había salido de su habitación, ni despegado la nariz de sus libros, ni apartado los auriculares de su reproductor de música de sus oídos, ahora, por el contrario, apenas pasaba tiempo en casa. Ella sí que había hecho nuevas amistades. El poco tiempo que pasa con su familia lo emplea para hablar de sus nuevos amigos, de los geniales que son y de lo contenta que está de no haberse quedado con la tía Enriqueta, como era su intención cuando se enteró del inminente viaje…

Rodrigo, por su parte, es ahora más feliz de lo que nunca se podría haber imaginado. Él y su nuevo puesto de trabajo son los culpables del traslado y, a pesar de que llevaba años soñando con ello, la realidad es incluso mejor de lo que la había soñado. Su sonrisa lo inunda todo. Hasta ha vuelto a tararear inconscientemente como hacía años atrás, cuando Carla y él todavía eran novios.

Pero las leves sonrisas que Carla esboza son como consecuencia de ver felices a su marido y sus hijos, algo que por primera vez en su vida no parece ser suficiente para ella. Está cansada y se siente sola. Ella no tiene un trabajo maravilloso, no ha hecho nuevas amigas y ni siquiera ha tenido tiempo de visitar el lago. Tras cada hora que transcurre, Carla está más triste. Poco a poco se deprime más y más.

Carla se pasa el día limpiando y adecentando la casa. Esa puntualidad que siempre ha sido una de sus características más notables, le hace tener la cena lista para cuando su familia llega a casa. Los tres entran irradiando alegría y bienestar. Charlan de manera distendida, ríen, comentan lo que les que pasado durante el día y se van pronto a dormir porque están agotados. Ella también está agotada, pero antes de acostarse friega los platos y pasa el plumero por enésima vez.

El tiempo pasa y a medida que aumentan la alegría y la felicidad de Rodrigo y de sus hijos, aumenta la tristeza de Carla, la cual está a punto de convertirse en verdadera desesperación.

Es domingo por la mañana y tal y como Rodrigo prometió días atrás, los cuatro harán un picnic a orillas del lago.

Carla apenas ha dormido más de un par de horas. Se acostó tarde preparando y envasando el almuerzo que llevarán al lago. Además, y como de costumbre, pasó el plumero antes de irse a la cama. Se ha levantado la primera y se ha duchado. Mientras está en la ducha, se jura a sí misma que irá directamente a la cocina, cogerá la comida y las bebidas del frigorífico, las meterá en la cesta y saldrá al patio a esperar a su familia. En ningún caso se parará a mirar los muebles, no quiere ver ni una mota de ese polvo que todo lo invade de manera constante y que la mantiene esclavizada dentro de casa.

Cumple su juramento a rajatabla y se dispone a salir de casa cuando se da cuenta de que se ha dejado la chaqueta. De manera inconsciente, se gira para ir a por ella y lo ve. Hay polvo en el pasamano, sobre el mueble del recibidor, en los jarrones, por los cuadros y las fotografías… Carla se rinde, ya no puede más. Se desploma sobre el sillón y un par de lágrimas comienzan a descender por sus mejillas.

En ese preciso momento, escucha como su familia empieza a bajar las escaleras. Óscar, que baja saltándolas de dos en dos, es el primer en llegar a la planta baja:

-¡Buenos días, mami! –dice Óscar el tiempo que pasa corriendo por delante de su madre y pasando los dedos índice y corazón sobre el empolvado mueble del recibidor-.

-¿Qué se supone que acabas de hacer? –le grita Carla de manera desaforada-.

-Darte los buenos días y salir fuera. Hoy vamos de picnic al lago, ¿o es que no lo recuerdas?

-No me refiero a eso. Hablo de tus dedos, los de la mano izquierda, ¿qué acabas de hacer con ellos? ¿Por qué los has pasado por encima del mueble?

-Para llevarme algo de polvo al lago, claro…

-¿Para llevarte algo de polvo al lago? –vuelve a gritar Carla- Como esto parece una pocilga, ensuciemos también el lago para sentirnos como en casa, ¿no?

-Cariño, ¿se puede saber qué te ocurre?, ¿por qué le hablas así al niño? –dice por fin Rodrigo, quien hasta el momento había permanecido, al igual que Sara, como un mero espectador de la conversación-.

-¿Qué me ocurre, dices? A buenas horas lo preguntas… Llevo aquí encerrada desde que hemos llegado, me paso el día entero limpiando para nada, para que al día siguiente todo vuelva a estar sucio y cubierto de polvo…

Las carcajadas de Rodrigo, Sara y Óscar interrumpieron las palabras de Carla, quién no pudo hacer otra cosa que echarse a llorar.

-Mamá… -le dijo Sara al tiempo que se agachaba a su lado y le acariciaba una mano-, ¿es que has olvidado dónde vivimos ahora? Aquí las cosas no son como lo eran antes…

Sara pasó dos dedos sobre el sillón que ocupaba su madre, extendió su mano delante de su cara y sopló. Las lágrimas de Carla desaparecieron al instante y una enorme paz interior la invadió.

-Cielo, aquí no hay que eliminar el polvo, sino disfrutarlo –dijo Rodrigo-. El polvo lunar es la base de los deseos, sin él no podrás soñar y si no sueñas nunca podrás alcanzar todo aquello que se esconde detrás de tus sueños…

23 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Polvo lunar?
Me acuerdo cuando le decía eso a mi madre......
-Madre, déjalo, es polvo lunar....
-Anda, anda recoje tus zapatillas y calla.

Buen escrito que también sirve para reivindicar a muchas mujeres que no se las valora por sus tareas domésticas.

Un abrazo

Mirna dijo...

Qué bonito... Y claro, si no abres los ojos bien no te das cuenta de que estabas borrando tus deseos...
Me encanta :)

Mirna dijo...

por cierto, cuando aprendas a borrar las nubes y ver el cielo azul, ya me dirás la manera... :)
aunque creo que cada uno lo descubrimos por nosotros solos.

También me gustó muchísimo tu texto de la chica embarazada por el ex de la protagonista del café (siento decirte que para los nombres soy muy mala).

Te agrego a mi lista de blogs, que te tenía en favoritos pero no en el blog en si.
Un saludo :)

Noelplebeyo dijo...

Polvo lunar...aquel que cubre todo el espacio y lo hace paisaje...bonito

Ailën dijo...

Es que... todos somos polvo de estrellas. Pero nos falta el polvo lunar para cumplir nuestros sueños.

Jordim dijo...

Buen blog. Buenos blogs.

Agua dijo...

Que bonito!!! me ha encantado el texto! gracias a el he conseguido esbozar una sonrisa en este dia gris que me tiene tan triste :-)

Yo también quiero un poquito de ese polvo lunar para poder cumplir un sueño...solo uno...uno pequeñito :-)

Besos!!!!

Lauriña dijo...

0_o

Primero pensé que ella era una psicópata de la limpieza y después que él y los niños estaban más que tronados... xD ¡Jajaja!

Me mola el final!!!!! =D



p.d. con Mozilla todo perfecto, pero con el Explorer no: la columna de la derecha se pone abajo y a la imagen del lápiz de los títulos le sale fondo azulito, del mismo azulito del fondo del blog. Pero eso sí, me gussssssssta, me gusssssssta!!!!!! :P

Besitosssssss!!

Camaleona dijo...

Buscaré por casa a ver si el polvo es lunar para disfrutarlo en vez de limpiarlo... aunque no las tengo todas conmigo.

Pugliesino dijo...

Mientras las cosas tienen lugar hay unos ojos que las viven,que detienen el tiempo para sentir,para llevar,para impulsar,para aunque quien corre,vuela,rie,llora,no se percate de su presencia pueda alcanzar sus sueños,y tiene un corazón inmenso y quiere todo lo bien para los suyos y es humana y el esfuerzo le hará mella, pero siempre aparece Campanilla y sus polvos mágicos :)
A seguir pintando este cielo de relatos!
Un besote!

Anónimo dijo...

Nos obsesionamos a veces tanto con algo q no vemos más allá.
Me iba agobiando carla según la leía.


1 besote gupa

Dara dijo...

Para mí medio kilo de polvo lunar, por favor.


Un miau :)

Edamal dijo...

Todos nos empeñamos en borrar las huellas sin darnos cuenta que eso es lo que hace que soñemos, que la vida es demasiado efímera para desperdiciarla limpiando. Es precioso el texto, déjame un poquito de polvo lunar al igual que Agua yo también quiero cumplir un sueño pequeñito ;)

Besos

Ana-Banana dijo...

Polvo lunar! =D
Me ha encantado, como todo lo que escribes [L]

Yo de momento me despido de tí por un tiempo, o quizá para siempre, nunca se sabe.

En cualquier caso, siempre ha sido un placer leerte.
Un beso enorme :)

Al dijo...

Y si sueño me prometes que podré lograr todo cuanto esconden mis sueños? aunque no me lo prometas se que hay mucho de cierto en eso, yo soy la prueba, ¿no? ;)
Echaba de menos leer tus historias y me gusta volver y ver nuevos cambios por aquí. Siempre a mejor.... :P

Un mgb de besos, guapísima!

Anónimo dijo...

¡Claro! ;)

Yo también echaba de menos que pudieras escribir por aquí. Cómo me alegro de que ya estés en casita, niño!!!!

Mil millones de besos!!! y a cuidarse mucho, eh! xD

Mirna dijo...

Si, a mi tu blog me infunde una sensación de esperanza, pero todo el mundo que entra al mío me dice (con estas palabras) "no es muy alegre".
Efectivamente, se me cayó encima solo a mi, mi cielo...

Con ganas de ver como es tu siguiente historia o post :)

E. Aguado dijo...

...Tendre que enseñarle este post a mi querida madre...

A veces le sucede como a Carla, olvida que detras del polvo estan los sueños...

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu relato!! por un lado, por la parte más "reivindicativa" y también por la parte soñadora...

Cuando me agobie por ver la casa sucia y llena de polvo, pensaré que es polvo lunar, necesario para soñar :)

Óscar Sejas dijo...

Más que gustarme me ha encantado. Con un final tremendo.

Además uno de los personajes se llama Óscar. Si eso no es suficiente razón para alegrarse :-)

Bueno, otro día rojo que desaparece del mapa. Gracias.

Un abrazo.

Mirna dijo...

muchas gracias por tus textos, son increibles aunque sean tan solo comentarios!
muchas gracias por todo, ains! me siento muy feliz...
cierto, que mi blog sea como sea :)

E. Aguado dijo...

La persona que me presionó para que abriera el blog me dijo una vez que algunos comentarios eran mejor que un regalo...Nunca le llegue a creer del todo hasta que he visto tu comentario.

Me das las gracias por muchas cosas, mas incluso de las que me merezco...Ahora me toca a mi.

GRACIAS por hacerme creer del todo a Caledor.
GRACIAS por sacarme una sonrisa este dia lluvioso.
GRACIAS por sacarsela tambien a mi madre.
GRACIAS por alentarme a que siga escribiendo.

Simplemente, GRACIAS :D

Eva

Anónimo dijo...

Bien! ajjaja me ha encantado el final. Me preguntaba donde se habrían mudado, y porqué tanto polvo. No podía imaginar ni lo uno ni lo otro, aunque ahora me hago una pregunta...¿afectaría a mi alergia ese polvo lunar igual que el no-lunar? Estoy casi seguro de que no...

No pierdas nunca tu toque. Es diferente, así que cuidalo mucho.

Un besazo