10/2/08

Por sus ojos... (cc. 94)

Todo sucedió en un minuto”. El eco de esa frase que ella misma había pronunciado se repetía una vez tras otra en la cabeza de Carolina. Miraba de reojo a Alberto, quien conducía, y a ese rubor que todavía permanecía en las mejillas del chico y que le hacía imposible decirle palabra alguna. Él también callaba.

Sabía que contar aquello a sus padres no iba a resultar fácil. Había ensayado su discurso frente al espejo más de una veintena de veces pero, aún así, para estupefacción de éstos y sonrisa burlona de su hermano pequeño, lo que logró salir de su boca lo resumía todo en un acto que no había durado más de un minuto…

Alberto, por su parte, al tiempo que conducía iba recordando todo lo dicho aquella tarde y justo cuando llegó a aquel “Rápido pero efectivo, ¡eh cuñadito!”, no pudo evitar que se le escapara una pequeña carcajada (aquella que de ningún modo había podido escapársele delante de los padres de Carolina).

-¿Te ríes?

-Recordaba lo que me dijo tu hermano…

-¿Entonces no estás enfadado conmigo?

-¿Enfadado? ¡Para nada! Tan sólo has puesto en entredicho mi hombría diciendo que sufro de eyaculación precoz… ¿Por qué habría de enfadarme?

-Ya… -dijo Carolina bajando la cabeza a causa del sentimiento de culpa que sentía-.

-No seas boba Carol… sé que no querías decir eso, fue lo que te salió en ese momento. No pasa nada, de verdad que no… -le respondió Alberto al tiempo que acariciaba la rodilla izquierda de la chica con su mano derecha-.

* * *

-¿Qué haces? –le preguntó Carmen a su marido, quien no cesaba de mirarse y remirarse en el espejo del cuarto de baño-.

-¿Tú te das cuenta de cuántas canas tengo, Carmen? –le respondió él-.

-Sí Luis. También tú las habías visto ya…

-Ya, pero es que…

-¿Qué? ¿Vas a decirme que se han multiplicado en la última media hora, desde que te has enterado de que vas a ser abuelo?

-Esa es otra… ¡Abuelo! Acabo de cumplir los cincuenta. No tengo edad para ser abuelo…

-Esa era la edad que tenía tu padre cuando nosotros le hicimos abuelo, cariño…

-Ya, pero esos eran otros tiempos… Además, todavía no es totalmente seguro, ¿no? Hasta que lo diga el médico…

-Sí… bueno… la última palabra la tiene el médico, claro, pero dos faltas y el color rosa de un aparatito que tiene una fiabilidad del 99% no dejan mucho lugar a las dudas, Luis…

-Pero… ¿tú crees que están preparados para ser padres?

-¿Lo estábamos nosotros cuando yo me quedé embarazada? Éramos incluso más jóvenes que ellos… No lo sé cariño, ya no son un par de niños. Se conocen desde hace muchos años, se quieren y llevan más de la mitad de sus vidas tonteando la una con el otro, tal vez esto sea lo que necesitan para sentar cabeza y tomarse lo suyo realmente en serio, como ya deberían haber hecho hace mucho tiempo…

* * *

-Alberto…

-Dime preciosa…

-¿Qué vamos a hacer ahora? Es decir… hemos hablado de contárselo a nuestras familias y a los amigos, pero no hemos dicho nada de lo vamos a hacer nosotros…

-Pues… podemos irnos a vivir juntos y seguir siendo novios, ¿no? Porque ni tú ni yo queremos casarnos, ¿verdad?

-¡Verdad! –dijo Carolina de manera rápida y tajante- Pero… ¿novios? Tú y yo nunca hemos sido novios, Alberto. Llevamos diez años enrollándonos, liándonos y acostándonos de vez en cuando. Los dos hemos tenido varias parejas y entre unas y otras hemos estado nosotros, pero siempre han sido encuentros cuya fecha de caducidad expiraba a la mañana siguiente…

-Vale, en eso tienes razón. Entonces, Carol… ¿quieres ser mi novia? –dijo él al tiempo que se le escapaba una sonrisa cómplice a la que la chica fue incapaz de no corresponder con otra similar-.

* * *

Al día siguiente Carolina fue a la clínica para que le hiciesen el análisis que corroborase el embarazo que el predictor ya había confirmado y, una semana más tarde, recibió la llamada de la secretaria del ginecólogo.

Los resultados de los análisis ya estaban listos y esa misma tarde podía ir a recogerlos. Carolina no avisó a Alberto, ni a él ni a nadie. Prefería ir sola, no sabía el porqué, pero había algo que le decía que debía ser así y cinco minutos después de haber entrado en la consulta del médico lo descubrió…

Carolina salió llorando de la clínica. Sabía que no era el mejor momento para tener un hijo y que Alberto tampoco era la persona con la que compartirlo pero, a pesar de ello, ya lo había asumido y estaba muy ilusionada con ser madre.

El destino, siempre tan caprichoso, quiso que ese pequeño margen de error que ofrecía el test de embarazo casero que se había hecho fuese el suyo. Pero las lágrimas de Carolina no eran a causa de eso… Los dos meses de retraso que llevaba la chica y que no respondían al hecho de haberse quedado embarazada, eran a causa de algo mucho más grave…

La chica tenía que someterse a una operación con la que venían de la mano un 5% de probabilidades de no poder tener descendencia, una vez que ésta le fuese practicada, pero en vista del éxito que ya había tenido con las probabilidades, ese pequeño margen no le daba ninguna confianza…

Carolina caminaba hacia el piso en el que vivía Alberto con los ojos llenos de lágrimas y la convicción de seguir los consejos de su médico, quien le había dicho que dado que era joven, gozaba de buena salud y se lo habían descubierto a tiempo, la operación podría esperar nueve meses.

Alberto la adoraba y sabía a ciencia cierta que, por complacerla, estaría de acuerdo en buscar ese bebé que, contra todo pronóstico, porcentaje y estadística, todavía no estaba en camino…

* * *

Después de llamar al telefonillo y de que Alberto le abriese la puerta:

-¡Hola preciosa! ¡Qué sorpresa! Pasa, pasa…

-Alberto… vengo del médico…

-¿Sí? ¿Y qué tal? ¿Va todo bien? –preguntó él al tiempo que acariciaba la tripa de la chica-.

-No estoy embarazada…

-¿Ah no? –dijo Alberto notablemente decepcionado y contrariado- Pero… ¿y el retraso?, ¿y las dos faltas?, ¿y el predictor?

-Pues ya ves lo poco fiables que son esos chismes…

-Ya, ya veo… Bueno, ¿y tú cómo estás? –y tras decir esto, Alberto abrazó a Carolina con todas sus fuerzas-.

-Yo… yo… yo… -y tras hacer de tripas corazón y reunir la fuerza que requería aquello que iba a decir, soltó a Alberto y dándole la espalda, al tiempo que se encaminaba hacia la puerta de salida, dijo: Yo me siento liberada, Al. Somos muy jóvenes para tener un hijo, además… tú y yo no aguantaríamos juntos ni hasta el parto…

Después de pronunciar esas palabras, Carolina salió del piso de Alberto y, una vez que la puerta se hubo cerrado, dejó salir las lágrimas que había estado aguantando desde que comenzó a hablar…

Image and video hosting by TinyPic

El mero hecho de verle le había hecho cambiar de parecer. Para ella, Alberto era el chico más guapo que había visto en toda su vida y lo adoraba, lo quería por encima de muchas cosas. Estaba segura de que con él tendría un bebé precioso, pero el no poder ver el reflejo de los ojos de la persona de la que realmente estaba enamorada en los de su hijo, pesaba más que cualquier otra cosa…



Para leer más historias con el mismo principio, visita: El CuentaCuentos.

11 comentarios:

Carabiru dijo...

Ala María! Me ha roto el final!
Sinceramente creía... en fin... no sé qué creía...
No debería sorprenderme de que haya sido un cuento triste ya que sé que son los que te gustan, pero la verdad el comienzo hacía presagiar algo más cómico.

Salu2, ya os echaba de menos.

Pugliesino dijo...

Toda una vida, o varias, o la vivida, incluso la que aún ni se ha vivido, todo ello reducido a un instante, a un silencio que grita con la mirada lo que las lágrimas ocultan. El mundo proseguía su camino sin caer en que existe siempre un pequeño porcentaje llamado inesperado.
Y lo que cuestan esos momentos decirlo en palabras.
Bien expresada la tensión contenida que recorre la historia. Un abrazo!

Anónimo dijo...

Menuda gaita tía!! que entre la historia en sí, lo simbólico y demás, me he rallao tela!!!!! :S


...


En serio, estoy super rallada con el final. Pero después de pensarlo un buen rato, supongo que la prota hace lo correcto, ¿no? ¡No lo tengo tan claro! Tal vez Alberto no sea la persona adecuada, pero ¿realmente lo es alguien (para Carolina quiero decir)? Se expone a mucho pero en cuanto a integridad moral no hay nada que reprocharle.

Diosssssssssssssss! tú ves que discurso te he soltao?? Es la primera vez que desparramo tanto... :P

Anónimo dijo...

¡Qué historia! Parece real...

El final, aunque triste, es perfecto para la historia. En la fida los finales no son siempre perfectos... y creo que ella hizo bien siendo sincera consigo misma y no habiendo seguido con su primer impulso.

Saluditos!

Jara dijo...

nada de envidias que no es para tanto petarda. :P:P

estos finales a los que ya estamos acostumbradas ambas (ya tu sabes) y casi me ha impactado más ver la imagen del niño después del texto que las palabras. pero porq toy sensible nada más, el tiempo...

en fin neni que no t puedo decir mucho más, toy escasa de comentaris esta semana. muchos besos

Anónimo dijo...

O millor: o final! sen dúbida algunha.....

Un beijinho rula! ;)

tormenta dijo...

bueno bueno bueno... un relato muy realista, con un toque de sinceridad que esta muy bien. te las apañas de lujo con esto de los sentimientos encontrados, además de que el cuento está muy bien escrito. la temática... bueno, bien sabes que a mi me van las cosas más escabrosas, ménos realistas pero no puedo ponerte peros, es un buen relato :)
un besillo guapa y hasta la próxima.

Ricardo dijo...

Bueno, qué decir. Con más de un relato uno debería dejar el comentario tiempo después. Para entregarse así a las sensaciones que ha provocado.
Pasé por muchos momentos de mi vida mientras leía, y por la de otras personas que conozco.
Incluido el final: antes de elegir los ojos de mi esposa(y a ella toda), he dicho no unas cuantas veces.
Un relato logrado. Como dice Tormenta, estos temas los abordas de perlas.

Besos María, espero hayas recibido lo de Saint Exupery

Paula dijo...

Desde luego que en este caso, cuan cierto es lo de "más vale tarde que nunca", porque hubiera sido una pena haberme perdido tu cuento.
Coincido en lo de que te manejas de lujo con los sentimientos. Y llevas razon, la vida puede cambiar en un instante, para un lado y para otro, como le sucede a la protagonista de tu historia...
Ojala yo fuera tan valiente para decirdir unicamente con la cabeza, y no con el corazon, cuando hay que hacerlo.

Un besote niña

pd: Aun en construccion, pero estreno casa. Al publico, sin barreras ni escondites ;)

Pedro dijo...

Llego un poco tarde, pero ya se sabe, más vale tarde que nunca. No me había dado cuenta lo que echaba de menos tu amnera de sumergirme en lo cotidiano. De hacer realista con unas pocas palabras las vidas de unos extraños imaginarios.

Un cuento fabuloso, triste, pero fabuloso.

Un abrazo (aún flojo),


Pedro.

Pugliesino dijo...

Me decía,voy a ver si María ha escrito de nuevo,bueno será la próxima vez :)
Un abrazote!